martes, 28 de mayo de 2013

Mi mundo gatuno y yo. Capítulo 7

    Las semanas han ido pasando y los encuentros con Carafinita cada vez son más entrañables. Poco a poco va perdiendo la timidez y se muestra tal como es: una gata noble, cariñosa y entregada a sus amigos, nosotros.
   Un momento, digo nosotros y no es del todo cierto. También hay un gato con pinta de aristócrata venido a menos, que ronda por los tejados, queriendo ser su amigo y algo más.   Me da en la nariz que lo está consiguiendo y poco a poco nuestra Carafinita, se va convirtiendo en tripagordita.
   Pasada una semana, el gato rondador ha desaparecido, dejándonos  a nuestra gata compuesta y sin novio. ¡Madre mía! como son los gatos machos.
    Ignoramos todo sobre embarazos gatunos y mucho más sobre partos. Carafinita tampoco debe de saber mucho, así que nos encomendaremos a la madre naturaleza y que sea lo que diosgato quiera: en sus patas encomendamos nuestro espíritu.

    Carafinita no ha variado mucho su comportamiento con el nuevo estado; lo único que no permite es que la subamos en brazos, tiene miedo por si hacemos daño a los gatitos. Cuando se tumba, si la pones la mano en la tripa notas cómo se mueven sus hijitos: no paran ¡qué forma de patalear!
     Menos mal que es verano y podremos asistir al alumbramiento y ayudar en lo posible a la primeriza. ¡Jo! qué nervios, lo de estar a punto de ser abuegatunos, es lo que tiene. No te llega la camisa al cuerpo.

     Le hemos acondicionado parte del garaje   como casa cuna. Le hemos reservado  un amplio apartamento que consta de una caja de cartón llena de trapos, y muy próxima a los comederos y bebederos, para que lo tenga todo a mano. El techo de la caja tiene una gatera que se puede levantar para observar a la camada con facilidad. Ya solo resta esperar. El tiempo hará su trabajo.
      Esta mañana, al salir al jardín, no estaba Carafina esperando. Me ha extrañado, pero he pensado que se le habrían pegado las sábanas. Al llegar al garaje para preparar el desayuno gatuno, he visto cómo salia de la caja y ¡Sorpresa! la tripa tersa que tenía estos días de atrás  ha dado paso a una tripa fofa y colgante. ¡Por fin, somos abuegatos!  Hemos dejado pasar una horas para que la nueva mamá se tranquilice. Ahora, con mucho cuidado, a través de la gatera, hemos observado con emoción cómo Carafinita da de mamar a cuatro gatolitos diminutos  mientras los abraza con una pata trasera. Yo creo que quiere arroparlos. ¡Dios mío! qué amor y qué ternura desprende esa caja.


No hay comentarios:

Publicar un comentario