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jueves, 4 de mayo de 2023

Leyendas y lugares. Gilipollas - Madrid

   

Al parecer Madrid y los madrileños son el origen de la palabra gilipollas. Sabiamos que este pueblo ha sido, es y será muy jocoso y presto a la deformación linguistica. 

  Cuentan que a finales del siglo XVI en el reinado de Felipe III,  Don Baltasar Gil Imón de la Mota desempeñaba la labor de fiscal del Consejo de Hacienda.

   Dicen que don  Gil acudía a todos los actos y eventos de la alta sociedad madrileña acompañado de sus dos hijas, que no atesoraban muchas cualidades físicas e intelectuales, en busca de encontrar un par de pretendientes que se prestaran para contraer matrimonio.   


  Así, cada vez que el personaje llegaba a una fiesta junto a sus primogénitas, los chismoteos no paraban de circular entre los corrillos.
   

   Si a lo anterior se le suma que la palabra «pollas» era utilizada para hacer referencia a las mujeres jóvenes, tenemos el perfecto caldo de cultivo del nacimiento de «gilipollas». La expresión «¡Ahí llegan Don Gil y sus pollas!» empezó a correr como la pólvora, provocando un propicio juego de palabras a medio gas entre la burla y el ingenio. De esta forma, cada vez que se quería hacer referencia a una persona atontada o falta de intelecto, se empezó a emplear este insulto en clara alusión a las «pollas» de Gil Imón.

sábado, 11 de febrero de 2023

Historias, secretos y algo más de Madrid. El puente de hierro más antiguo de España

  El puente de hierro más antiguo de España 

    
  Construido en 1830 por Martín López Aguado, es un puente de reducidas dimensiones y de escasa complejidad técnica. Pero eso, no le quita el título de ser el puente de hierro más antiguo de Espana.  

    Se levanta dentro de la  finca de El Capricho, concebida como una zona de recreo por su propietaria, María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna. Es una de las últimas construcciones realizadas en este recinto ajardinado.

    El Puente salva una pequeña ría, que recorre los jardines de esta finca histórica. Presenta un trazado muy simple, que, en cierto sentido, emula el diseño de los puentes venecianos.   

Dos arcos de hierro sostienen una sencilla estructura metálica, sobre la que se elevan dos rampas de madera, confluyendo ambas en un rellano horizontal, igualmente de madera. Dada la inclinación de las rampas y su consiguiente elevación sobre el curso de agua, cada una de ellas tiene instalada una escalera, realizada en hierro. Una barandilla completa el conjunto.


viernes, 18 de noviembre de 2022

Historia, secretos y curiosidades del Reloj de la Puerta del Sol

   

Cada 31 de diciembre, sobre las once y media de la noche,  toma el  protagonismo del país. Millones de ojos  fijan la mirada en el, en espera de la llegada del Año Nuevo. Nos referimos al reloj de la Puerta  del Sol, actor protagonita durante unos segundos para pasar inmediatamente a un papel secundario en la pelicula de cada año recien nacido.

    Sepamos algo más sobre este generador de ilusiones y esperanzas.  


     1– Antes de su existencia, los madrileños miraban la hora en el reloj de la desaparecida Iglesia del Buen Suceso (ocupaba el solar de la actual tienda de Apple). Era un reloj con una única manecilla y muy poco preciso.
       

2– Cuando en el año 1854 se derriba la iglesia, la Puerta del Sol se queda sin una referencia horaria para sus transeúntes por lo que se decide colocar un reloj en la parte superior del Edificio de Gobernación. Éste contaba con tres esferas y fue fabricado por Tomás de Miguel pero seguía siendo poco exacto (e incluso a veces mostraba una hora diferente en cada una de las esferas). De estos fallos continuados comenzó a circular por Madrid la siguiente cantineta:

                                       

Este reló tan fatal

Que hay en la Puerta del Sol

-dijo un turco a un español

¿Por qué funciona tan mal

Y el turco con desparpajo

contestó cual perro viejo

«Esté reló es el espejo

del Gobierno que hay debajo»

     

3– En busca de una solución se decide contactar con el prestigiosos relojero español, afincado en Londres, José Rodríguez «Losada», quien en 1863 acepta con gusto el encargo.

       4– Losada tenía su establecimiento en el número 105 de la prestigiosa Regent Street y fabricó durante su vida más de 6.000 relojes de todo tipo, sin embargo, el de la Puerta del Sol es su obra más reconocida.

      5– El relojero no cobró nada por su trabajo y regaló la maquinaria del nuevo reloj al Ayuntamiento de Madrid. Un trabajo en el que invirtió, aproximadamente, tres años. 

      6– Con gran expectación, el nuevo reloj de la céntrica plaza se inauguró un 19 de noviembre de 1866 por la reina Isabel II como conmemoración de su cumpleaños.

        7– La precisión de este reloj es muy alta, sus mecanismos hacen que sólo se retrase cuatro segundos al mes. – Para que el reloj funcione como es debido, un equipo de relojeros lo revisa y mima, semanalmente, durante todo el año.

       8– Su precisión no le ha librado de protagonizar algún incidente, como en el año 1928 cuando se desprendió una de sus pesas y ésta traspasó el suelo hasta llegar al despacho principal del Gobernador.   

9– Tampoco se libró de los bombardeos de la Guerra Civil resultando dañadas varias de sus esferas por los efectos de las bombas.

    10– Este reloj es todo un símbolo de la ciudad que estuvo cerca de perderse. En el año 1952 el Gobierno de Venezuela, a través de su embajador en España, hizo una propuesta al Ayuntamiento de Madrid para comprar el reloj. Por suerte no se llegó a ningún acuerdo y el reloj se quedó en la Puerta del Sol.   

11– Nuestro querido reloj comenzó a ser un icono para todos los españoles sobre todo a partir del año 1962 cuando se retransmiten las primeras campanadas por televisión y su imagen se cuela en miles de hogares.

     12– Además, también ha hecho sus pinitos en la literatura y en el cine, de hecho, aparece en “El misterio de la Puerta del Sol”, del año 1929. Se trata de la primera película sonora del cine español y en ella se oyen las campanadas del reloj, el mismo sonido que nos llevara al año nuevo. 

sábado, 9 de abril de 2022

Secretos y algo más de Madrid. Posada de la Cuerda.

       

Hubo un tiempo, no muy lejano, que para las clases bajas los hoteles, fondas o pensiones eran un refugio para no dormir a la intemperie. Donde los huespedes buscaban cuatro paredes para protegerse de la lluvia y el frio. Lugares humildes sin  pretensiones. 

   Cuentan, que dentro de este grupo de alojamientos austeros, el más austero con diferencia en Madrid, era la Posada de la Cuerda cuyo nombre hacia referencia a su principal caracteristica.  

   La posada se encontraba en la calle Atocha y los inquilinos no tenían derecho a cama. El alojamiento era de lo más simple. Una silla o no, pegada a una cuerda atada de un extremo a otro de la habitación y colgada a media altura. Los inquilinos se sentaban en una silla y apoyaban los brazos y la cabeza sobre la cuerda para descansar.

   Cuentan también, que el servicio de despertador era muy curioso, el encargado del local despertaba a todos los clientes a la vez, desataba la cuerda de un extremo y gritaba ¡Todos arriba, ya!

    No tenemos testimonios de los clientes madrileños, pero si de algunos londinenses que disponian de un alojamiento similar y algunos decían que era bastante más cómodo de lo que pudiera parecer en un primer momento.

   La foto siguiente se corresponde con el alojamiento hermano de nuestra Posada de la Cuerda.   

viernes, 18 de febrero de 2022

Historia, secretos y algo más de Madrid. Una Abada por Madrid

 


     Una abada  era una forma común para referirse a un rinoceronte.                 Según cuenta el cronista Pedro de Répide, la zona donde se encuentra la calle Abada se trataba de un lugar modesto donde habitaban bohemios, estudiantes, empleados de poco sueldo y forasteros de escasos recursos, sin olvidar las mancebías que allí ocupaban su sitio. El terreno pertenecía a las eras del monasterio de San Martín.

   La historia cuenta que el gobernador de Java regaló a Felipe II un elefante y una abada, ambos animales dibujados en el Tratado de varia conmensuración realizado por Juan de Arfe para el monarca en el año 1585. 

  Sin embargo, la versión de que los animales se encontraran en las eras del monasterio de San Martín es poco verosímil, según Pedro de Répide, ya que tenía parques más hermosos donde depositar los regalos venidos desde Java. Para el cronista es más creíble la versión que habla de unos saltimbanquis portugueses dedicados a los espectáculos circenses y que tenían un rinoceronte que enseñaban a través de una barraca instalada en la era de los religiosos.

  Fueron muchos los madrileños que acudían al descampado para contemplar al animal, que se veía desbordado ante tanto grito y silbido. El rinoceronte destrozo a un mozo que le dio de comer un mollete abrasando.  

  El prior de San Martín, tras este trágico suceso, decidió expulsar a los portugueses de su era. Fue en la confusión de la marcha cuando el rinoceronte se escapó de su jaula y aprovechó la oscuridad de la noche para comenzar su periplo por las calles madrileñas sin ser visto por sus dueños. El revuelo que se montó en la ciudad al día siguiente fue importante. 

   Finalmente, la bestia fue encontrada en una de las eras donde hoy se encuentra el barrio de Vicálvaro, a las afueras de Madrid.

   Su escapada por las calles de la capital se saldó con 20 personas muertas, que no podían hacer nada en su encuentro con aquella fiera.

   El lugar donde se enseñaba al rinoceronte y donde pereció aquel mozo, víctima de su imprudencia, fue señalado por una cruz en su memoria. La era del monasterio de San Martín fue edificada en el siglo XVII y la calle que surgió fue llamada "de la Abada" en recuerdo a aquel suceso que hoy es rememorado con una imagen del rinoceronte en la placa que identifica a la vía madrileña.

   La calle tenía en 1889 su entrada por la plaza del Carmen y su salida por la calle de Jacometrezo,​ sin embargo tras la reconfiguración del barrio con la construcción del segundo tramo de la Gran Vía a comienzos del siglo xx, la calle de la Abada concluye en esa avenida principal.​

lunes, 10 de enero de 2022

Historia, secretos y algo más de Madrid. Los viajes de agua.


  Desde finales del siglo XVI hasta que el Canal de Isabel II inaugura la traída de aguas del río Lozoya en 1858,  la villa se abastecía de agua potable mediante los viajes de agua.

     Un sistema de captación y distribución de agua a través de una gran red de galerías subterráneas.

    Cuando la Corte se traslada de Valladolid a Madrid, es precisamente cuando se recuperó el sistema de qanats utilizado en época árabe y se empezaron a construir nuevos y extensos ramales.     Las zonas de captación de agua se localizaron en el sector norte y nordeste de Madrid, entre los caminos de Fuencarral y el de Alcalá, en las cercanías de los pueblos de Fuencarral, Chamartín, Canillas y Canillejas. Estas zonas se encuentran a una mayor altitud que la Villa, permitiendo que el agua discurriera hasta el centro de la ciudad gracias a los desniveles propios de la topografía madrileña.

La técnica constructiva de los viajes de agua se basaba en la excavación de minas verticales para la captación del agua acumulada en el nivel freático, y galerías de conducción y distribución, a través de los niveles arenosos del subsuelo. Estas minas quedaban sin vestir dependiendo de su compactación, aunque en la mayoría de casos se acabaron revistiendo con muros y bóveda de cañón, construidos con ladrillo macizo y mortero de cal. Las galerías acumulaban un descenso en pendiente del 1% para facilitar el curso del agua. Al interior, sus dimensiones eran lo bastante amplias como para permitir el tránsito humano. El acceso a las galerías para su mantenimiento y/o inspección se realizaba normalmente a través de los pozos de registro localizados cada 10-50 metros, originalmente utilizados para la extracción de arenas durante su construcción, y que posteriormente también sirven para la ventilación de las galerías.
 El suministro de agua a Madrid estaba dividido por distritos. Cada uno tenía asignado un número de fuentes, caños, aguadores y una dotación económica específica para su mantenimiento.

  Durante los siglos XVII al XIX, coexistieron decenas de viajes de agua. Los principales fueron: Alcubilla, Abroñigal Alto, Abroñigal Bajo y Fuente Castellana (de uso público) y el Viaje de agua de Amaniel, este último destinado a abastecer al Palacio Real.


martes, 28 de diciembre de 2021

Historia, secretos y algo más de Madrid. La Huerta de la Partida

   

La Huerta de la Partida es un espacio natural de 38 000 metros cuadrados dentro de la Casa de Campo.​ Se encuentra a la altura del Puente del Rey, junto al arroyo Meaques.  Se trata de un recinto cercado en el siglo XVI que abastecía de hortalizas al Palacio de los Vargas. 

   En el año 1559 Felipe II,  inició las gestiones para hacerse con la finca, la Casa Vargas y con otros terrenos colindantes, en un proceso que duró hasta 1562, creando una zona, muy próxima a palacio, para su disfrute personal. 

 De esta forma, la huerta quedó integrada dentro del espacio recreativo y cinegético vinculado a la Corona, pero mantuvo su función productiva.

     Cuenta una leyenda que el rey Felipe II estando trabajando en el Huerto, recibió la noticia de la anexión de Portugal a la corona, teniendo que partir para la toma de posesión. De aqui su nombre de El Huerto de la Partida. 

   Junto al Puente del Rey, su historia desde entonces ha seguido asociada a la de la Casa de Campo y perduró su uso hasta el siglo XX.    

   En 1928, la Huerta fue cedida por Alfonso XIII al Comité de Plantas Medicinales, dependiente del Ministerio de Agricultura. Así se mantuvo unos años, hasta que llegó la Guerra Civil que tuvo en la Casa de Campo una de las lineas del frente más activas en Madrid y que destrozó la Huerta y muchas otras partes de la Casa de Campo.

En 2007, en el marco del proyecto de Madrid Río se restauró la Huerta, se plantaron almendros, avellanos, ciruelos, granados, higueras, manzanos, moreras, nogales, olivos y perales. Se conservan algunos árboles de mayor envergadura, que habían sobrevivido a los avatares del paso del tiempo como dos espectaculares castaños de indias. Se ha recreado un cauce seco que nos recuerda que por aquí discurría el arroyo Meaques, hoy soterrado en este tramo.

La Huerta esta vallada, un cerramiento que recupera un hecho histórico ya que se supone que siempre estuvo vallada. Unos elemento muy interesante y no muy conocidos,  son el Mirador de la Huerta de la Partida, con fantásticas vistas de Madrid y acueducto de Sabatini.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Historia, secretos y algo más de Madrid. Accidente nuclear ocultado por la dictadura

   

El  7 de noviembre de 1970  se produjo un escape radiactivo en  Madrid que afectó y sigue afectando a la capital y sus alrededores.   
     El Centro Nacional de Energía Nuclear Juan Vigón, sito en la Ciudad Universitaria, fue inaugurado en 1.958 por el dictador Francisco Franco. En el año de 1968 se mantenía activo un reactor nuclear Coral-1, proporcionado por EEUU, para la formación de los técnicos que operarían las centrales que pensaba construír el régimen franquista.    

Ese día, era sábado, y los trabajadores procedieron al trasvase de 700 litros de desechos radiactivos desde el tanque de la planta del reactor a un depósito en otra planta aneja, en el que se procesarían. Se trataba de Estroncio-90, Cesio-137, Rutenio-106 y partículas de plutonio.  Durante la operación de llenado del depósito se produjo una filtración a través de una válvula abierta hacia el alcantarillado. Durante cinco minutos, más los que se tardaron en interrumpir el proceso, decenas de litros de líquido irradiado terminaron vertiéndose al Manzanares.

   Las riberas del río, en aquella época, estaban jalonadas por huertas que suministraban verdura directamente a la capital. En ningún momento se alertó a sus propietarios:

  Terminado el trasvase, los trabajadores se fueron de fin de semana. A partir del lunes 9, la Junta abordó el problema. Para entonces la contaminación afectaba a los ríos Jarama y Tajo -y en consecuencia a sus canales de regadío- e incluso habría llegado a Lisboa camino de desembocar en el Atlántico. 

 Se ordenaron muestreos de los campos de cultivo afectados, pero estos fueron espaciados y puntuales para evitar levantar sospechas. Finalmente, en enero de 1971, la comisión de Seguridad del JEN conminaba a "impedir el consumo de los vegetales que crezcan en las parcelas contaminadas" e "impedir el riego con agua de los canales y ríos que contengan agua o fangos contaminados". Pero no se activó jamás una alerta; de hecho, este informe no se conoció hasta 1994 cuando lo publicó El País.

    La prensa del régimen se limitó a lanzar "notas tranquilizadoras" y los hortelanos recibieron visitas de técnicos que compraban o incautaban sus cosechas: a unos les decían que "trabajaban en un nuevo pienso", a otros que se investigaba "un vertido con gasoil". La realidad es que se habían detectado hasta en las inmediaciones de Toledo dosis de radiación hasta 10.000 veces superiores a las permitidas. En una zona de Aranjuez fue 75.000 veces más alta y, con todo, se siguieron consumiendo toneladas de verduras afectadas.   

El resultado son las ocho zanjas conocidas como las Banquetas del Jarama en las márgenes del Canal Real de este río, que hoy todavía controla el CSN y que contienen, según las últimas estimaciones, restos de Cesio-137 y Estroncio-90 en niveles que no son nocivos para el ser humano. La Junta de Energía Nuclear es hoy el complejo del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y de ahí sale el dato de que, a resultas del accidente de 1970, la radiación en la Avenida Computense es, sin suponer un riesgo para la salud, superior a la que se registra en las inmediaciones de una central nuclear. 

   En este caso nadie se baño en el Manzanares o en el Tajo. Aqui se tapó todo y los españolitos de turno a comer verduras contaminadas que adelgazan. Algunos adelgazaron demasiado desgraciadamente. 


miércoles, 15 de diciembre de 2021

Historia, secretos y algo más de Madrid. El meteorito de 1.896.

 

En la mañana del 10 de febrero de 1896,  Madrid fue el blanco de una lluvia de meteoritos, que causó el pánico en la capital.

  Eran las nueve y media de la mañana, el cielo estaba despejado, cuando una luz blanca azulada y rojiza iluminó intensamente toda la ciudad. Un minuto y algunos segundos después, se oyó una explosión que hizo temblar todos los edificios. Una nube, originada por el meteorito,  cruzaba el cielo y se perdía en el horizonte.

  Al parecer el bólido, explosionó a 24 kilómetros de Madrid, sus fragmentos se dispersaron en múltiples puntos de la capital: Moncloa, la Quinta de los Ángeles, el Paseo de la Castellana, en la calle Serrano, en Las Ventas, en Puente y Villa de Vallecas, Prosperidad e incluso en Getafe. Fueron hasta un total de diez impactos. El resplandor fue tan grande y tan espectacular que llegó hasta las provincias de Madrid, Guadalajara, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete.

  Se troncharon varias ramas de árboles, algún que otro desperfecto en los tejados y hasta impactó con lo que se conoce como granos de meteorito  en la frente del farmaceutico Pedro Esteban, que por cierto recogió algún fragmento y los entregó a la Escuela de Minas. 

  Se recogieron varias muestras, uno de ellos es el que se expone en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.