Desde hace ya años, ciertos profesionales del turismo tratan a los clientes como si fueran niños desvalidos a los que hay que dar de comer, llevar de la mano y hasta, si me apuran, limpiar el culito.
De esta suerte surgen los "todo incluido", los complejos hoteleros apartados de la realidad, las vacaciones tipo parque temático, donde todo está previsto y calculado, donde no hay espacio para la improvisación y el libre albedrío.
Afortunadamente, está empezando a fluir una corriente de aire fresco que se basa en una vuelta a los orígenes, a una oferta turística que implique facilitar al cliente una información completa sobre los destinos. Se trata de explicar lo que merecería la pena visitar, cómo se llega, cuánto cuesta, qué dificultades se pueden presentar... y el cliente decide sí, no, cómo y cuándo quiere llevar a cabo su viaje.
Todo esto viene a colación porque en los últimos días han pasado delante de mis ojos proyectos y ofertas del sector que se basan en la utilización sana de la naturaleza. ¡Sí! ¡La Naturaleza! La gran maltratada, a la que todos dicen querer salvar y nadie salva. El primer paso para recuperarla es conocerla, vivir junto a ella, hacerla nuestra. ¿Por qué inventar lo inventado?
¡Mirad! El Hotelito de Navaluenga lanza su campaña "Verano azul" inspirada en la Naturaleza, en la utilización sostenible de unos recursos que consiguieron dar a conocer este pueblo de la sierra de Gredos: Navaluenga fuera de su entorno más inmediato. Se preguntarán algunos de qué recursos hablo. Pues me refiero al río, a las dehesas, al monte, al pantano, a las sendas, a las noches de luna llena, al fresquito nocturno en el verano... En resumen, la naturaleza.
Me parece una oferta seria, coherente y respetuosa con el medio ambiente. El proyecto se aleja de la típica piscina clorada que quema los ojos y de los cubatas a cualquier hora, para acercar al cliente al río de aguas limpias donde se puede compartir el baño con los peces. Un baño reconfortante practicado tanto en la parte más popular y concurrida como en las pozas de aguas cristalinas, río arriba. Te aconsejan sobre calas solitarias en el pantano, que no tienen nada que envidiar a playas levantinas. Además, para los que disfrutan de otros deportes como el golf, se dispone de un campo natural, en plenas dehesas, un campo como los originarios galeses y escoceses. Un paseo a caballo -en un caballo de verdad, no en uno acartonado como muchos de los que ofrecen en otros lugares- puede rematar la tarde de un espléndido día veraniego.
Qué mejor que contemplar el cielo y las estrellas durante las plácidas noches del verano. Las estrellas, es simple ¿no? pero ¿hay algo más hermoso que el cielo?
Como antaño, la finca en la que se ubica El Hotelito se cultiva una huerta donde se cuidan amorosamente productos naturales como las lechugas o los tomates que acompañarán en la mesa a los deliciosos huevos de las gallinas que también se cuidan en un apartado de la finca. Si hasta se puede colaborar con los trabajos de la granja ¡Si! como la granja-escuela del cole, pero de verdad.
Quiero felicitar a Cándido y a Christina por su verano azul en El Hotelito de Navaluenga. Creo que ese es el camino. A vosotros, amigos, os animo a subir a esta nueva forma de turismo que convierte a la persona dueña y responsable de sus actos, que la abraza con la naturaleza y que añade un poco de aventura a sus escapadas.
De esta suerte surgen los "todo incluido", los complejos hoteleros apartados de la realidad, las vacaciones tipo parque temático, donde todo está previsto y calculado, donde no hay espacio para la improvisación y el libre albedrío.
Afortunadamente, está empezando a fluir una corriente de aire fresco que se basa en una vuelta a los orígenes, a una oferta turística que implique facilitar al cliente una información completa sobre los destinos. Se trata de explicar lo que merecería la pena visitar, cómo se llega, cuánto cuesta, qué dificultades se pueden presentar... y el cliente decide sí, no, cómo y cuándo quiere llevar a cabo su viaje.
¡Mirad! El Hotelito de Navaluenga lanza su campaña "Verano azul" inspirada en la Naturaleza, en la utilización sostenible de unos recursos que consiguieron dar a conocer este pueblo de la sierra de Gredos: Navaluenga fuera de su entorno más inmediato. Se preguntarán algunos de qué recursos hablo. Pues me refiero al río, a las dehesas, al monte, al pantano, a las sendas, a las noches de luna llena, al fresquito nocturno en el verano... En resumen, la naturaleza.
Me parece una oferta seria, coherente y respetuosa con el medio ambiente. El proyecto se aleja de la típica piscina clorada que quema los ojos y de los cubatas a cualquier hora, para acercar al cliente al río de aguas limpias donde se puede compartir el baño con los peces. Un baño reconfortante practicado tanto en la parte más popular y concurrida como en las pozas de aguas cristalinas, río arriba. Te aconsejan sobre calas solitarias en el pantano, que no tienen nada que envidiar a playas levantinas. Además, para los que disfrutan de otros deportes como el golf, se dispone de un campo natural, en plenas dehesas, un campo como los originarios galeses y escoceses. Un paseo a caballo -en un caballo de verdad, no en uno acartonado como muchos de los que ofrecen en otros lugares- puede rematar la tarde de un espléndido día veraniego.
Qué mejor que contemplar el cielo y las estrellas durante las plácidas noches del verano. Las estrellas, es simple ¿no? pero ¿hay algo más hermoso que el cielo?
Como antaño, la finca en la que se ubica El Hotelito se cultiva una huerta donde se cuidan amorosamente productos naturales como las lechugas o los tomates que acompañarán en la mesa a los deliciosos huevos de las gallinas que también se cuidan en un apartado de la finca. Si hasta se puede colaborar con los trabajos de la granja ¡Si! como la granja-escuela del cole, pero de verdad.
Quiero felicitar a Cándido y a Christina por su verano azul en El Hotelito de Navaluenga. Creo que ese es el camino. A vosotros, amigos, os animo a subir a esta nueva forma de turismo que convierte a la persona dueña y responsable de sus actos, que la abraza con la naturaleza y que añade un poco de aventura a sus escapadas.
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