miércoles, 31 de julio de 2013

Atentado a la seguridad vial.

     Como dice un refrán castellano, "Quién tiene vicio, cuando no lo hace en la puerta, lo hace en  el quicio" y está claro que Mariano Rajoy tiene el vicio de hacer las cosas mal, directa o indirectamente.
     Hace unos días y después  de que le pidiera una comparecencia parlamentaria hasta el niño Jesús, el presidente Rajoy  dobló la cerviz y comunicó que el día 1 de agosto hablaría en el parlamento de la situación del país. 
    Este hombre se parece al tonto de la linde. El pueblo, incluidos sus votantes, queremos saber de las prácticas de Bárcenas, del Partido Popular, y de él como responsable máximo. La situación del país la conocemos de sobra, tenemos seis millones de razones para conocerla perfectamente.
    Hasta aquí  nada se sale del guión de este culebrón de gobierno. Rajoy dirá lo que quiera, en un intento más de esconder la cabeza en la arena y de defender lo indefendible, pero en su afán de superación constante se aplica a sí mismo la máxima circense del más difícil  todavía y bate su propio récord  al señalar el día para declarar. 
      La fecha del 1 de agosto es una fecha elegida por un cobarde y un manipulador; es una fecha que va en la linea de su paisano, el golpista "general patas cortas" cuando utilizaba el fútbol y los toros como cortinas de humo ante el malestar del país. Rajoy, intenta atenuar el impacto de su comparecencia, designando un día en  el que la gran mayoría de trabajadores se disponen a evadirse de la penosa realidad, a olvidar por unos días que han perdido el trabajo o que, a la vuelta, lo perderán. Es el  día de  la operación salida, de caravanas interminables, de ansiedad vacacional, día de mucho tráfico automovilístico a lo largo y ancho de la geografía española.
    Ahora bien, el efecto de la comparecencia ese día puede ser doble: uno, que la gente no se entere o no preste mucha atención y quede que ha comparecido y ya está, diga lo que diga;  otro, -en el que entra en liza la seguridad ciudadana- y es que su  intervención, oída desde un coche,  puede tener el mismo efecto en la seguridad vial que ir hablando por el móvil, conducir bebido o drogado, consultar el Ton-Ton. fumar  o tener una bronca familiar. Todos ellos, factores que influyen muy negativamente en la conducción. ¿Por qué sumar un riesgo más, compareciendo el día 1 de agosto, a la difícil operación salida?
    La Dirección General de Tráfico debería intervenir y dar ordenes a sus números con el objeto  de extremar los controles a pie de carretera y detener a los conductores que, después de soplar, rebasen los niveles de indignación, de vergüenza ajena, de rechazo a los políticos corruptos y  de resignación y que los mantengan el tiempo necesario en las cunetas hasta que sosieguen.
     Si el día 2 de agosto los datos sobre accidentes de tráfico tiene un aumento significativo, no duden quién es el responsable: Mariano Rajoy con su intervención. Acordaos el día 2 de la puerta y del quicio , este es capaz de hacerlo en los dos sitios a la vez.

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