lunes, 29 de julio de 2013

Invasión amarilla.

       Durante la última parte del siglo XX estalló lo que se llamó guerra fría. Diremos para simplificar que este conflicto representó el enfrentamiento entre dos concepciones del mundo en apariencia diferentes pero, en el fondo, iguales. 
     Los Estados Unidos representaban al bloque capitalista ;  la Unión Soviética, al comunismo, ambos países dominados por la etnia caucásica. El enfrentamiento fue agresivo e intimidatorio. Ambos bloques se armaron hasta los dientes, se amenazaban los unos a los otros,  los otros a los unos y ,de paso, a los demás en un enfrentamiento irracional y primitivo.
    Con la caída del muro de Berlín  las tensiones se suavizaron y parecía que las relaciones entre países discurrían por caminos de cooperación y concordia. En realidad, todo continuaba igual, pero ahora  con distintos protagonistas y técnicas.
     El relevo de la Unión Soviética lo tomó China y  ¡amigos!  los chinos son orientales . De todos es conocida su proverbial paciencia y su superpoblación. No es preciso que recuerde que  estas dos poderosas armas sumadas  a la inteligencia son demoledoras.
     El escenario  es el siguiente: Estados Unidos y Europa están convencidos de haberse alzado con la victoria sobre el comunismo. La China combate contra el capitalismo con las artimañas propias del capitalismo, apoyada en su infinita paciencia, en su mayoría demográfica y utilizando la estrategia del cáncer, ¡si la enfermedad!
    La cosa consiste en ir invadiendo y destruyendo poco a poco los órganos periféricos de forma silenciosa y avanzar a órganos vitales, hasta que la invasión sea completa y se produzca la muerte del adversario.
      Veamos algunos ejemplos sencillos. En los años ochenta aparecieron los primeros bazares  de "todos a cien" . Lentamente fueron apareciendo ciudadanos  chinos que acapararon los locales comerciales de ciertos barrios.  Venden productos de droguerías, ferreterías, iluminación, regalos, papelería y, poco a poco, entran en la alimentación, jardinería, peluquería. En definitiva, logran destruir el tejido comercial de cualquier zona que toquen. Por otro lado, ofrecen a las grandes empresas capitalistas su sagrada forma: el abaratamiento de la fabricación a cambio de maquinaria y tecnología. Los grandes empresarios, cegados por las ganancias, se ponen en sus manos. De resultas, se elimina buena parte del tejido industrial de los países occidentales.  Pero el avance no se detiene ahí. Su voracidad no tiene límites.  Ahora han lanzado un nuevo ataque dirigido a los mercados de materias primas . No habrá que esperar mucho para que llegue el momento  en el que controlen los precios, los mercados, las materias primas y la  fabricación.
    Estará cercano el día en el que haya que  asistir al entierro de la concepción del capitalismo y de la sociedad occidental.
   ¿Qué os parece? ¿Ciencia ficción? ¿Un plan orquestado por el Partido Comunista Chino? ¿Una pesadilla calenturienta?  Añadiré que a cada país occidental acuden comerciantes procedentes de una zona determinada de China y solo de esa zona. Que no existen defunciones de chinos, que el idioma chino está imponiendo, que los bancos chinos han adquirido  gran parte de la deuda de los estados en crisis.
    Resulta sorprendente, sin embargo, que los chinos no gastan ni un solo céntimo de su dinero en los países en los que se han establecido:  disponen de casinos, de bares y hasta de burdeles propios.  Algo habría que hacer, digo yo. 

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