martes, 6 de agosto de 2013

Es tu día.Vete.

      Mariano, cada día estás peor. No te enteras de nada, estás paralizado, sin poder de reacción, falto de reflejos, preso de tus actos y de tus mentiras, al borde del precipicio: en definitiva, con tu carrera política terminada.    
             Mariano, la responsabilidad es proporcional al puesto que se desempeña y tú, hoy por hoy, desempeñas un puesto muy importante; eres el presidente  de España. Junto a la responsabilidad camina el sueldo; las alabanzas ante los aciertos en la gestión y también las reprobaciones cuando se producen errores propios o de algún subordinado corren parejos: en todo momento el responsable eres tú. Cuando se saca pecho o cuando se aprietan los glúteos, siempre hay que ser consecuente y honesto.
              El presidente de una nación democrática no puede presentarse ante la cámara de representantes  llevado por las orejas con el único argumento de que se  equivocó y que lo siente. Semejante respuesta me ha traído a la memoria un episodio vivido por mí  durante  la infancia. Lo referiré brevemente. En el colegio tenía un compañero que se llamaba Fernández. Cuando  hacíamos alguna travesura y el maestro preguntaba: ¿Quién ha hecho esto? Él, rápidamente, levantaba el brazo y decía: “Yo. He sido yo”. El maestro de turno ensalzaba la sinceridad de Fernández y dejaba sin castigo la fechoría. Pero llegó un momento en  el que Fernández se acusaba hasta cuando no hubiera sido el responsable de la trastada de turno. Cierto día, cuando dijo: “Yo, yo he sido”, recibió un tortazo y un severo castigo. Había llegado su día.
              A ti, Mariano, ya te llegó tu día. Tus errores en política han sido numerosos y de mucho calado, se te ha perdonado casi todo y siempre apelando a figuras infantiles: los chuches, los hilillos de plastilina, el me equivoqué. Ahora, Mariano, debes recoger tus cosas y marcharte a Santa Pola, a registrar lo registrable –¿acaso no eres registrador?-, a ganarte la vida con tu profesión, que la tienes y te lo ganas muy bien, -según tus propias palabras-. Eso ya lo sabíamos, no hace falta que nos lo restriegues a cada momento, sobre todo a los parados que también tienen profesión como tú, aunque no se lo ganen tan bien como todo un registrador de la propiedad.  
              La dimisión es la mejor salida para ti. Así dejarías de arrastrar tu nombre y tu imagen. También sería bueno  para el país, que dejaría de soportar a un presidente atado y bien atado por sus errores y  por las palabras dichas y por los secretos de un presunto  delincuente: tu extesorero. No te das cuenta de que das pena, de que eres un muñeco roto en sus manos.

             Mariano tienes la responsabilidad de realizar el último servicio a España y de hacerlo bien. Vete, Mariano, vete ya.

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