El Camino es como la vida misma, da igual el apellido que tenga.
Una vida paralela a la habitual en la que se dan todos los proceso en muy poquitos días.
Una vida paralela a la habitual en la que se dan todos los proceso en muy poquitos días.
Hasta ahora todos los post sobre este Camino han contado la gestación de un niño de nombre Camino de los Ruiz 2017.
Allá por octubre del 2016 se fundieron un espermatozoide y un óvulo para formar un embrión, un embrión Caminante. A partir de ahí, el proceso generativo através de la planificación, preparación, organización, motivación, agrupación, asociación e ilusión ha sido imparable.
Hasta hoy. Hoy es el día.Por fin hemos roto aguas. El Camino de los Ruiz 2017 empuja para abrirse paso. Ya no hay quien lo pare, nunca mejor dicho. El parto, como todos los partos, es doloroso y a la vez feliz. Doloroso por dejar a la familia, a los amigos, las costumbres y todo eso que llaman los pedantes, la zona de confort. Feliz, porque es una opción voluntaria, porque es un reto que queremos realizar y también, por qué no, es una aventura y la vida, mi vida, a mis años tiene poco de eso, de aventura.
Hoy es 27 de mayo, ayer cumplí 59 años, son la 7,30 de la mañana y estamos una vez más, en el paritorio de Chamartín, a punto de traspasar los controles de seguridad.
Nos despedimos precipitadamente, colgamos la mochila a la espalda, la maleta rodante en una mano y el bastón en la otra.
Nos despedimos precipitadamente, colgamos la mochila a la espalda, la maleta rodante en una mano y el bastón en la otra.
Ya no hay vuelta atrás, el Camino de los Ruiz 2017 ha nacido y, ya se sabe, que una vida solo termina con la muerte. La muerte en términos de Caminos es la vuelta a la vida normal. No sabemos cómo y hasta cuándo se va a desarrollar esta vida del Camino de los Ruiz 2017.
Esperemos que sea una vida gozosa, con pocas espinas, que, a buen seguro, las habrá. Deseamos que, al final, nos quede la satisfacción de haber disfrutado plenamente y con el gusanillo de volver a nacer, de hacer perpetuo el eterno retorno.
Esperemos que sea una vida gozosa, con pocas espinas, que, a buen seguro, las habrá. Deseamos que, al final, nos quede la satisfacción de haber disfrutado plenamente y con el gusanillo de volver a nacer, de hacer perpetuo el eterno retorno.
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