Mujer vitalista, culta, pacifista, amante de la libertad y enemiga de la guerra, luchó por una sociedad donde estuvieran erradicadas las armas y el protagonismo lo tuviera la palabra, la cultura y la solidaridad.
Mujer de espíritu revolucionario, pacifista, libertario y humanitario defendió, en plena década de los años 30, su ideal basado en los conceptos de la igualdad humana, del que se desprendía su intención de elevar el nivel cultural de la sociedad. Abanderó la libertad sexual y criticó la monogamia, y promovió educar sexualmente para lograr una maternidad consciente y responsable. Todo este ideal quedó reflejado en cada uno de los artículos, libros y conferencias que dirigió a la sociedad, así como en su gran labor como médico.
A pesar de proceder de una familia modesta, le pidió permiso a su padre para estudiar Medicina, a lo que su padre contestó que «no es carrera propia de mujer». Debido a esa oposición, estudió Magisterio, licenciándose con premio extraordinario en la sección de Ciencias.
En 1922, cuando ya es maestra, se matricularse en la Facultad de Medicina de Zaragoza, soportando la burla, el desprecio y la falta de respeto que inspiraba a los hombres «la mujer sabia», denunciando este hecho en varios artículos.

Dedicó parte de su trabajo a la educación sexual y en higiene como método para prevenir enfermedades de tipo venéreo, centrándose más activamente en la mujer, en el mundo obrero y en los niños, trabajando en la prevención de la enfermedad y en la promoción de la salud. Puso en marcha programas de educación sanitaria para mujeres obreras y desarrolló una gran labor en la sanidad infantil para reducir las altas tasas de mortalidad de la época.
En 1932 publica su libro La vida sexual de la mujer. Pubertad, noviazgo, matrimonio.
En su faceta feminista, defendió la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres.
En su faceta de ecologista, denunció los ataques a la naturaleza en nombre de los intereses del progreso. En 1923 escribió un artículo en el que denunciaba la tala de árboles para construir una vía doble de tranvía.

Fundó y presidió el Grupo Ogino, que dio a conocer este sistema anticonceptivo.
Defendió la unión de pareja sin papeles ni documentos. Fue partidaria de la separación o divorcio cuando el amor se acaba.
Trabajó en el Ministerio de Sanidad con la anarquista Federica Montseny como directora de Asistencia Social entre 1936 y 1937, y se hace cargo de las numerosas expediciones de niños republicanos que son enviados al extranjero. Organizó una expedición de 500 niños refugiados a México y, el 16 de marzo de 1937, dirigió una expedición de niños a Francia.
En noviembre de 1937 se trasladó a Barcelona, donde fue directora del proyecto Casa de la Mujer Trabajadora de Barcelona, lugar de encuentro e intercambio, donde se capacitaba a la mujer obrera con un programa cultural, profesional y social. Las clases eran gratuitas, sin distinción de partido o ideología de la alumna; solo se le pedía la voluntad de estudiar y aprender. Su objetivo final era la liberación de las mujeres de su triple esclavitud: de ignorancia, de mujer y de productora.
Participó en la organización de hospitales de campaña y en la atención de niños y refugiados. Elaboró un plan pedagógico para las colonias y granjas-escuelas de los niños.
Su afán era intentar mantener a los niños alejados del fanatismo de la guerra y, en el periódico El Sindicalista, escribe, el 19 de julio de 1937, un artículo llamado «La guerra sobre los niños», en el que pide que se los mantenga al margen del odio de la contienda.
A pesar de que se vio obligada a exiliarse a Francia durante la Guerra Civil, no por ello dejó su labor social humanitaria, y continuó trabajando con los exiliados en los campos de refugiados, pasando a dirigir el hospital de Varsovia en Toulouse.
Siempre dispuesta a socorrer a refugiados y practicar la solidaridad, la sorprendió la muerte a la edad de sesenta y cinco años, cuando se disponía a trasladarse a Argelia para atender a los heridos de guerra en lucha contra el imperialismo francés.

En reconocimiento, tiene en Zaragoza dedicada una calle, así como el Centro de Salud Amparo Poch, inaugurado en 2008.
Silenciada por la historia, lo más tremendo es que su propio padre, sargento de ingenieros, se dedicó a borrar los rastros de su expediente académico después de la guerra civil.
Nota: Información recopilada de diversas publicaciones colgadas en Internet.
Nota: Información recopilada de diversas publicaciones colgadas en Internet.
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