Al mafioso Al Capone no se le pudo encarcelar por asesinato, tráfico de drogas y alcohol, ni por extorsión, chantaje y otros delitos que, con toda seguridad, había cometido. Tuvieron que coger a su contable para poderle detener, esta vez sí, por un delito fiscal.
Le metieron 11 años en Alcatraz, donde no pagó por todo lo hecho, pero al menos se le retiro de la circulación durante una temporada.
A la señora Cristina Cifuentes le han tenido que enseñar un vídeo donde se ve cómo es interceptada por un guardia de seguridad de un supermercado y cómo la sacan dos tarros de crema antiedad, que no había abonado en caja.
No ha dimitido por el máster fantasma, ni por desprestigiar a la universidad madrileña, ni siquiera por mentir descaradamente sobre cuándo defendió el trabajo, ni por mentir a sus votantes y no votantes pero sí representados.
A la señora Cifuentes la han hecho dimitir dos simples botes de crema antiedad. Los susodichos botes de marca X han pasado ya a los anales de la historia en el mismo nivel y rango que el contable de Al Capone.
A la señora Cifuentes la han hecho dimitir dos simples botes de crema antiedad. Los susodichos botes de marca X han pasado ya a los anales de la historia en el mismo nivel y rango que el contable de Al Capone.
¿Qué nimiedad debemos esperar para que se vayan tantos políticos corruptos de hecho o de encubrimiento?
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