“Es preferible consolarse que ahorcarse.”
“Pasó un ministro del emperador y le dijo a Diógenes: ¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas. Diógenes contestó: Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador.”
“Debemos tener buenos amigos que nos enseñen lo bueno; y perversos y crueles enemigos que nos impidan obrar mal.”
“El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe.”
“El fundamento de cada estado es la educación de sus jóvenes.”
“El único bien es el conocimiento, y el único mal la ignorancia.”
“En la casa de un hombre rico no hay más lugar para escupir que su cara.”
“¿Por qué no castigar al maestro cuando el alumno se comporta mal?”
“Tenemos dos orejas y una sola lengua para que oigamos más y hablemos menos.”
“Callando es como se aprende a oír; oyendo es como se aprende a hablar; y luego, hablando se aprende a callar.”
Diógenes de Sinope también llamado Diógenes el Cínico, fue un filósofo griego perteneciente a la escuela cínica. Nació en (Sinope, 412 a. C. – Corinto, 323 a. C.). No legó a la posteridad ningún escrito; la fuente más completa de la que se dispone acerca de su vida es la extensa sección que su tocayo Diógenes Laercio le dedicó en su Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres.
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