Todos los colectivos que se mueven por los instintos o por la fé y no por la inteligencia, con independencia de cual sea su actividad o finalidad son colectivos fascistas recubiertos de capas de moderación.
Da igual con que siglas partan, que altos ideales tengan, que grandes objetivos persigan, siempre en la cima, hay unos manipuladores, unos pastores de borregos fanáticos, descerebrados, que pueden ser borregos tocados por dios o por el diablo, hijos de la misma cordera, todos propiedad y al servicio del pastor sediento de su recompensa.
Recompensas de poder, de misales, de biblias, de ITV, de cualquier cosa que enriquezca a su prole a consta de borregos obedientes, ya sean los que se ponen en primera fila con la violencia por bandera o los que ondean la bandera de seny. Borregos del mismo rebaño, sumisos del mismo pastor.
Todos piezas de un juego jesuítico, el juego de la doble cara, por un lado la violencia para quebrantar, para provocar y por el otro la mesura, la tolerancia, el seny.
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