María Enriquez de Luna decidió ser artífice y protagonista de su propia vida, no una mera contempladora de lo que le ordenaban los hombres.
Culta, inteligente, instruida y humanista, resolvió regentar en nombre de su hijo, el ducado de Gandía y lo convirtió en uno de los focos económicos, sociales y culturales más importantes de la Europa de principios de la Edad Moderna.
Culta, inteligente, instruida y humanista, resolvió regentar en nombre de su hijo, el ducado de Gandía y lo convirtió en uno de los focos económicos, sociales y culturales más importantes de la Europa de principios de la Edad Moderna.
María Enríquez de Luna nació probablemente en Valladolid en el año de 1474, hija de Enrique Enríquez de Quiñones, señor de Villada, Villavicencio, Orce y Baza y mayordomo mayor de su sobrino Fernando II de Aragón. Su madre fue María de Luna y Ayala, hija de Pedro de Luna y Manuel, señor de Fuentidueña, y de Elvira de Ayala y Herrera.
María Enríquez estuvo comprometida primero con Pedro Luis de Borja, I duque de Gandía, quien falleció el 3 de diciembre de 1488, antes de celebrarse el matrimonio. Diez días después, por mediación de su futuro suegro, el cardenal Rodrigo de Borja, luego papa Alejandro VI, se concertó nuevo matrimonio con otro de los hijos del futuro papa, Juan de Borja y Cattanei, medio hermano de Pedro Luis y sucesor en el ducado de Gandía. La boda se celebró a finales de agosto de 1493. De este matrimonio nacieron dos hijos:
Isabel de Borja y Enríquez, conocida como la madre Francisca de Jesús Borja y Juan de Borja y Enríquez, que se convirtió en el tercer duque de Gandía.
A la muerte de marido, acaecida en Roma, el 14 de junio de 1497, tomó posesión de todos los dominios: el ducado de Gandía, el Castillo de Bayrén, los lugares de Bellreguart, Jeresa y Alcódar, los señoríos de Corbera, Llombay y Turís, la Vall de Gallinera y la Vall de Ebo y el castillo y lugar de Chella, en nombre de su hijo, marcando el fin de las injerencias papales en el gobierno del ducado.
María Enríquez continuó con la política de sus antecesores de consolidar el dominio territorial sobre el ducado, adquiriendo los lugares y alquerías de Miramar, Almoines, Beniopa, Benicanena, Benipeixcar, la Alquería Nueva y el Rahal (Real de Gandía), y la baronía de Castelló de Rugat que incluía los lugares de Castellón, Rafalet y Ayelo.
Consiguió que su suegro, el papa Alejandro VI elevara la categoría de la iglesia principal de Gandía a colegiata. Además cedió el derecho de patronato al duque y a sus descendientes y realizó obras (como el alargamiento de la nave). También realizó obras de ampliación (destacando el claustro superior) en el monasterio de San Jerónimo de Cotalba, que gozará de su protección.
En 1506 vendió el ducado de Sessa y los principados de Tricario, de Teano y Carinola, que su hijo había heredado de su marido, el comprador fue el rey Fernando II de Aragón, pero este los revendió al rey Alfonso II de Nápoles.
Acordado el matrimonio de su hijo y heredero con Juana de Aragón y Gurrea, María Enríquez dejó el gobierno del ducado en 1511 e ingresó en el convento de Santa Clara de Gandía con el nombre de sor Gabriela. Se convirtió en abadesa del convento en 1530 y falleció nueve años después.
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