La primera historia que se nos cuenta , nos la narra Pedro de Répide, en su libro Las Calles de Madrid «que esta angosta y pintoresca calle, cuya entrada está formada por unas escalerillas, toma su nombre porque en una de las casas hubo durante mucho tiempo las astas de un toro, famoso por su bravura, que había sido lidiado en unas fiestas reales«
Hay otra versión más novelesca y con visos de ser producto de la imaginación popular:
"Madrid era musulmana y estaba gobernada por el musulmán Aliatar, que estaba enamorado de la morisca Zaida que vivía en este callejón. Con el objetivo de cortejarla organizó un festejo taurino en la cercana plaza del Alamillo. Uno de los toros sembró el pánico, hiriendo a todos los moriscos que intentaban alancearlo.
Preso de los celos, Aliatar ordena la detención del Cid, que ya estaba fuera de la ciudad. Sin embargo, Zaida había quedado completamente enamorada del mítico caballero. Por ello, colocó las astas del toro en la fachada de ese callejón. Se cuenta que cada vez que la enamorada suspiraba, las astas del toro mugían por el amor a El Cid".
Esta historia le sirvió de inspiración a Nicolás Fernández de Moratín que la reflejó en su poema “Fiestas de toros de Madrid”:
Madrid, castillo famoso
que al rey moro alivia el miedo,
arde en fiestas en su coso,
por ser el natal dichoso
de Alimenón de Toledo……
…Salió un toro del toril
y a Tarfe tiró por tierra,
y luego a Benalguacil,
después con Hamete cierra,
el temerón de Conil…
…Ninguno al riesgo se entrega
y está en medio el toro fijo,
cuando un portero que llega
de la Puerta de la Vega
hincó la rodilla y dijo:
«Sobre un caballo alazano,
cubierto de galas y oro,
demanda licencia urbano
para alancear a un toro
un caballero cristiano»…
…»como ese doncel que ufano
tanto asombro viene a dar
a todo el pueblo africano,
es Rodrigo de Vivar,
el soberbio castellano»…
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