viernes, 23 de mayo de 2025

Castillos de Madrid. Alameda

  El castillo-fortaleza de la Alameda está situado en el barrio de Alameda de Osuna. Fue erigido en el siglo XV en la aldea de La Alameda,  aldea de repoblación del siglo XIII.

    Esta construcción es una de las cuatro fortificaciones medievales que se conservan dentro del término municipal madrileño, junto con el castillo de Viñuelas y los restos de la muralla árabe y cristiana de la capital.

  Su superficie interior es de aproximadamente 200 m². Presenta planta rectangular, con esquinas redondeadas. En lo que respecta a las torres, solo se mantienen en pie dos, una cuadrangular, en el ángulo noroeste, y otra cilíndrica, en el extremo opuesto.

  Se baraja que fuese Diego Hurtado de Mendoza quien mandara construir el castillo junto a la aldea para simbolizar su dominio de la zona. Este fue construido entre 1431 y 1476, fecha esta última en la que figura «como refugio de los partidarios de la Beltraneja cuando perdieron Madrid»​ tras la batalla de Toro, según consta en la documentación de la época.

Posteriormente fue otorgado como dote por el rey Juan II de Castilla a Inés de Ayala y Ruiz Sanz Zapata,​ pasando de este modo a los Zapata, familia vinculada al patriciado urbano del Madrid bajomedieval.

   Se supone que su emplazamiento estaría originalmente en medio del típico bosque de encinas  de la zona.

 Cuando los Zapata se emparentaron con la poderosa familia de los Mendoza, Francisco Zapata y Cisneros, el mayordomo de Felipe II y presidente del Consejo de Castilla, fue en 1575 nombrado I conde de Barajas y señor de la Alameda.​ En 1575, el conde encargó su ampliación y reforma para convertirlo en palacio renacentista con un espléndido jardín.​ Se levantó la torre del homenaje, se construyeron nuevas crujías en los laterales oriental y meridional y se abrieron vanos más amplios y luminosos. Así mismo, se convirtió el foso en un jardín.

 Entre las personalidades históricas que han desfilado por el castillo, bien como «prisión de notables»,​ bien como alojamiento, destaca el Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, que lo habitó en 1580 a su regreso del destierro de Uceda. Así mismo, tras casarse con Felipe III, la reina Margarita de Austria visitó el castillo en 1599​ de camino a Madrid. En él murió el III duque de Osuna después de un breve cautiverio (1622-1624).​ Tras su fallecimiento, la condesa de Benavente, su esposa, decidió comprar las tierras adyacentes, que, con el tiempo, dieron lugar a la finca de la Alameda de Osuna.

   Un incendio destruyó el castillo en 1697​ y, tras quedarse el castillo despoblado, en el siglo XVIII algunos vecinos de Alameda —ya villa— reciben permisos para retirar piedras y otros materiales del edificio para sus propiedades.​ 

   Así mismo, en 1777 se permiten a las religiosas del convento de Santo Domingo el Real retirar de las ruinas piedras para poder reconstruir unas tapias caídas de su viña.​ También, a partir de 1787, cuando se empieza a construir el parque de El Capricho, propiedad de la duquesa María Josefa Pimentel y Téllez-Girón, se usan materiales procedentes del recinto.   

  Su deterioro se hizo especialmente visible en el siglo XIX, cuando fue expoliado y sus materiales empleados para la construcción del panteón de los Fernán Núñez, familia que heredó el título nobiliario del condado de Barajas. En 1856,​ la duquesa proyectó recuperar el castillo para convertirlo en casa de campo, proyecto del cual aún se conservan los dibujos, sin firmar, pero posiblemente realizados por un arquitecto belga.

   En la primera mitad del siglo XX volvió a sufrir nuevos daños, durante la guerra civil, al instalarse junto a él un nido de ametralladoras, formando parte del sistema defensivo del alto mando republicano asentado en El Capricho.

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