A la llegada de Carlos III y toda su corte italiana a Madrid desde Nápoles, descubren con estupor que la ciudad era totalmente insalubre, las basuras y excrementos se arrojaban a los albañales de las calles, siendo unos focos de infecciones y produciéndose un olor insoportable.
Ante esta situación, el Rey tomo medidas para intentar revertir la situación, para ello prohibió arrojar desechos a la calle y obligó a los propietarios de las viviendas a construir pozos ciegos. El problema paso entonces a cuando esos pozos se llenaban y había que vaciarlos.
El arquitecto Sabatini ideo unos carruajes cisterna tirados por mulas para recoger y transportar los desechos de los pozos negros de las casas a sumideros que los dirigían al Manzanares. Estos artilugios junto con las reformas higiénicas del rey Ilustrado consiguieron mejorar la limpieza de las calles de Madrid.
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El nombre popular se debe al arquitecto que los diseñó, aunque el pueblo las asoció con los famosos chocolates, llamándolas por su aspecto o función, "Chocolateras de Sabatini".
En resumen, las "chocolateras de Sabatini" fueron una solución ingeniosa del siglo XVIII para la gestión de aguas residuales.
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