¿Cómo estáis? Algunos compañeros me cuentan lo mal que se vive con las ampollas, agujetas, rozaduras etc... ¡Vale! ¡ Vale! Nadie dijo que esto era un jardín de flores. En esta vida, todo lo que vale la pena cuesta y el camino, os lo aseguro, merece la pena.
Al hilo de esto, se me ocurre que hoy no os voy a dar consejos, por contra, os voy a contar el porqué me mereció a mí la pena hacer el camino.
Al hilo de esto, se me ocurre que hoy no os voy a dar consejos, por contra, os voy a contar el porqué me mereció a mí la pena hacer el camino.
Os lo voy a mostrar desde tres aspectos diferentes: el físico, el psicológico y el sensorial.
Desde el aspecto físico, conseguí un estado de forma estupendo, perdí unos cuantos kilos, mejoré mis parámetros sanitarios sin necesidad de medicación, fortalecí los músculos de las piernas y, sobre todo, de mis maltrechas rodillas, aumenté la capacidad pulmonar, adquirí el hábito del ejercicio diario y aprendí a cuidar mi cuerpo un poco mejor.
Desde el aspecto físico, conseguí un estado de forma estupendo, perdí unos cuantos kilos, mejoré mis parámetros sanitarios sin necesidad de medicación, fortalecí los músculos de las piernas y, sobre todo, de mis maltrechas rodillas, aumenté la capacidad pulmonar, adquirí el hábito del ejercicio diario y aprendí a cuidar mi cuerpo un poco mejor.
Desde el psicológico, me demostré que podía someterme a un esfuerzo físico continuado y aguantarlo, aprendí a sufrir y a perseverar, comprendí que el querer está por encima de muchas cosas, tales como ampollas, agujetas, agua de lluvia, barro, ríos desbordados, rozaduras, lesiones etc... Me sirvió para hacer una revisión de mi vida pasada y presente. También me permitió pensar en cómo me gustaría que fuera la futura. Reflexioné sobre muchas cosas amparado en la libertad que te proporciona estar despojado de convencionalismos, estatus, posición social, familia, amigos y conocidos. Eres tú mismo, los otros peregrinos y el camino. Volví a encontrar la camaradería, esa sensación de abrirte a los demás sin esperar nada. El sentimiento de grupo en pos de un objetivo, el compartir mesa, comida y bebida sin más. Sentí la inmensa alegría de conseguir el objetivo marcado. Volví a sentirme vivo y más joven de lo que pensaba.
El aspecto sensorial lo desglosaré en cada uno de los sentidos:
El aspecto sensorial lo desglosaré en cada uno de los sentidos:
Vi bellísimos paisajes, iglesias, puentes, calzadas, pueblos. Contemplé prados, corredoiras, arroyos y ríos. Observé la realidad social de Galicia.
Olí la hierba de los prados, el pan recién cocido, los guisos al fuego, el ozono después de la tormenta, el aire puro y también los establos de vacas y algún que otro albergue.
Oí el silencio, escuché el canto de la hojas movidas por el aire, el bosque quejarse de las barbaridades del progreso, escuché el tañir de las campanas, a la gente que te sale al camino y te ofrece sus productos y te cuentan sus inquietudes y sus penas, el sonido de la gaita en la plaza del Obradoiro y sobre todo disfruté del armonioso idioma gallego.
Sentí el aire azotar mi cuerpo, la lluvia calarme hasta los huesos, sentí el dolor en mis piernas, el frío de la madrugada, el ansia por llegar a un destino que cada vez se alejaba más, el agotamiento al límite y la inmensa alegría de sentarte delante de la catedral.
Olí la hierba de los prados, el pan recién cocido, los guisos al fuego, el ozono después de la tormenta, el aire puro y también los establos de vacas y algún que otro albergue.
Oí el silencio, escuché el canto de la hojas movidas por el aire, el bosque quejarse de las barbaridades del progreso, escuché el tañir de las campanas, a la gente que te sale al camino y te ofrece sus productos y te cuentan sus inquietudes y sus penas, el sonido de la gaita en la plaza del Obradoiro y sobre todo disfruté del armonioso idioma gallego.
Sentí el aire azotar mi cuerpo, la lluvia calarme hasta los huesos, sentí el dolor en mis piernas, el frío de la madrugada, el ansia por llegar a un destino que cada vez se alejaba más, el agotamiento al límite y la inmensa alegría de sentarte delante de la catedral.
Saboreé con placer todos los platos de la cocina gallega y de la que no lo era.
En fin, me sentí bien conmigo mismo, feliz y con ganas de volver a repetir la experiencia.
En fin, me sentí bien conmigo mismo, feliz y con ganas de volver a repetir la experiencia.
Después de las historias del abuelo Cebolleta, continuad entrenando y disfrutando, ampliad poco a poco los trayectos y ya sabéis ¡Podemos!
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