jueves, 23 de mayo de 2013

El Corpus Christi formal e informal. 29 y 30 de Mayo de 2013


   El Corpus Christi de Toledo, declarada de Interés Turístico Internacional, es la fiesta más importante de la ciudad imperial, y una de sus celebraciones más antiguas. Se trata de una procesión religiosa, cargada de solemnidad, que está presidida por el cardenal primado de España. Las históricas calles de Toledo se engalanan especialmente para este brillante desfile, en el que sobresalen la Custodia y el singular cortejo que la acompaña, compuesto por las distintas hermandades y cofradías.
     El momento cumbre de esta celebración tiene lugar al salir el cortejo procesional, hacia las doce de la mañana, para recorrer las principales calles toledanas. Como anunciadores de este desfile aparece el grupo de gigantes representando a los diversos continentes y la popular tarasca o monstruo que soporta encima una pequeña figura femenina conocida por Ana Bolena. Dicho monstruo hace algunos años que ha dejado de aparecer, debido al lamentable estado en que se encontraba.
   Tras esta singular comparsa y el repicar de todas las campanas toledanas, comienza a salir la procesión desde la catedral para recorrer las principales calles de la ciudad, destacando la valiosa custodia, obra maestra de la orfebrería española ,realizada por Enrique de Arfe en 1515.
     Completan el cortejo procesional un buen número de cofradías con sus estandartes al vuelo, así como  hermandades y capítulos. Entre ellas, destacan la de los caballeros mozárabes con sus hábitos azules; los del Corpus Christi, de morado; los blancos de los del Santo Sepulcro o los rojos de los Infanzones de Illescas.
     Este es el Corpus formal, el religioso, el de pompa, el que funde los poderes civiles con los eclesiásticos;  el que muestra la unión de los militares y los religiosos. Cada uno con lo que representan como poder, quiero decir.
     Pero hay otro Corpus -o por lo menos para mi lo hay-, que sobre los decorados del Corpus formal representa otra obra teatral muy distinta:  es el Corpus informal.

     Voy a intentar resumir la trama de la comedia. Hay que entrar en la ciudad la víspera del día señalado, a la caída de la tarde, por cualquiera de los accesos, al "casco viejo". Enseguida podremos observar cómo de todos los balcones y las ventanas cuelgan pendones, banderas, sábanas y mantones.
     En las calles hay toldos que protegerán del sol a la comitiva procesional. Las plantas y las flores aparecen por doquier, dando un colorido desconocido a la ciudad. Esparcidas por el suelo plantas aromáticas que regalan sus fragancias a los viandantes. Son estos los que, hollando los ramilletes con sus pies, participan indirectamente en la creación de una atmósfera mágica.
      A los lados del trayecto de la procesión los vecinos han dejado preparadas las sillas que les permitirán asistir cómodamente al paso de la comitiva. Sillas variopintas, distintas , haciendo gala de su diversidad: grandes, pequeñas, feas, bonitas, caras, baratas, unas al lado de las otras, guardando el sitio a los propietarios para el día siguiente.
      Según va ganado la noche la partida a la tarde, la ciudad empieza a llenarse de gente -toledanos o forasteros-   que se echan a la calle, a pasear por el trayecto,  a ver y a dejarse ver, a saludar a diestro y siniestro a la gente. Saludan  a unos que se ven de Corpus  en Corpus y a otros a los que  ven todos los días.  Pero es el Corpus y se observa en la gente otro talante al habitual. Esta fiesta vuelve a todos más abiertos, más afables. A cada paso, encontramos curas, monjas, seminaristas, novicias...Da gusto verles con su  sonrisa de oreja a oreja y su semblante alegre. Envidiable.
      Dejándonos llevar por este ambiente mágico que todo lo invade es como mejor disfrutaremos de la fiesta, del trato humano, de la hermandad, del ambiente de solidaridad. A veces pienso que esa sensación es la que transmiten los toldos que enlazan un balcón con otro, una casa con la de enfrente, sin importar la posición de sus moradores. Esa misma idea es la que imprime en nuestra retina la contemplación de las hileras de sillas desparejadas, la elegante al lado de la humilde.
     Cuando nos cansemos y el cuerpo empiece a rendirse, despidamos la función tomando el coche y dando una  vuelta a Toledo por la carretera de los cigarrales. Hemos de hacerlo sin prisa, parando en alguno de los muchos  miradores que bordean la carretera.  Contemplemos Toledo de noche.
     ¡Impresionante!  Toledo y el  Corpus informal.  El formal, también, pero no para mí.

 

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