Nada más traspasar las puertas del parque Kensington, sentí las sensaciones que solo se perciben en los lugares que nos son queridos, que nos resultan familiares. Experimenté mucha paz, un gran sosiego, una inmensa alegría y un infinito equilibrio con la naturaleza.
Fue como si este parque y yo nos conociéramos de antaño; como si en otro tiempo, en otra dimensión hubiéramos coincidido y hubiéramos sido felices en nuestra mutua compañía.
Kensington es un parque inolvidable por su sencillez y elegancia. ¡Nos volveremos a ver!.
Fotografía: Viky Ruiz
J. Ruiz
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