miércoles, 12 de junio de 2013

Hambre en España.

   El pan nuestro de algunos días es ver cómo personas de diversa condición y edad se agolpan sobre los cubos de basura de los establecimientos de alimentación, en busca de algo para comer. ¿No es triste? Es tristísimo y lamentable.
  Detrás de estas gentes hay familias enteras, niños que esperan con la boca abierta, como las pajarillos en el nido, la llegada de algún alimento;  mayores deseosos de una sopa caliente que les entone el cuerpo. Esto no puede ser.
   Se está recurriendo al  bocadillo mágico -pan con pan y lo de dentro se lo imagina el comensal- para conformar a los pequeños. Para llorar, indignante.
   Cuánto dolor el de los padres que no pueden dar todas las comidas a sus hijos. En los próximos meses el problema se agravará con el final del curso escolar y el cierre de los comedores escolares. Par muchos niños  la comida del colegio era la única comida decente que hacían al día: Cerrado el estómago  hasta septiembre. ¡Qué bonito!
   Mientras tanto, los gobiernos centrales y autonómicos, las diputaciones y los alcaldes se pasan la pelota y cantan "el pío, pío, que yo no he sido".
    Vergüenza debería daros, politiquillos de chicha y ná, que vuestra  gente -con independencia de si os vota o no-  pase hambre, que haya niños en los colegios sin desayunar y sin comer, que se produzcan mareos  por falta alimentación. ¿A qué esperáis? A ver imágenes de  niños con la tripa hinchada y llenos de moscas.  
    Ya está bien señores. "Pío, pío que ustedes, sí han sido". En momentos como estos, cuando los ciudadanos  pasan hambre y penurias, no hay derecho  a que se gaste un céntimo de euro en festejos y celebraciones, en viajes lúdicos y demás tonterías. No puede ser que se mantengan baldías grandes extensiones de tierra. No es de recibo que se tire la leche y los productos agrícolas, con la excusa de los  excedentes, ¿excedentes de qué? De su pajolera madre, deben ser los excedentes.
     Los únicos excedentes que tenemos en España son los de mangantes, estafadores, vividores, charlatanes, inútiles, calienta sillones, trepas y políticos narcisistas.  
    Ahora es el momento en  el que hay que quitarse la chaqueta, remangarse la camisa, cerrar los oídos a Europa y hacer lo que se debe hacer.
   Pongamos en producción la tierra, consumamos nuestros productos, creemos micro economías, pongamos al ejército a cocinar para los desfavorecidos, llevemos alimentos a donde se necesitan, hagamos algo más que echarnos la culpa  unos a otros.
       Hay que adoptar medidas rápidamente porque, mientras que un niño pase hambre,  este país no será digno de llamarse país y sus habitantes no seremos dignos de denominarnos personas.

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