jueves, 13 de junio de 2013

Mi mundo gatuno y yo. Capítulo 8.

    Dejamos en el anterior capítulo a Carafinita recién parida y amantando a  su prole. Han pasado los días y la nueva mama tiene un trabajo ímprobo, no se despega de la caja, sale un momentito a comer y a estirar las patas, pero enseguida vuelve al cubil requerida por los gatolitos que, con sus chillidos, llaman a mamá gata para que les dé calor y tranquilidad.
     Cuando abrimos la trampilla para observarlos, Carafinita no se altera. Se ve que tiene plena confianza en nosotros, su sentido gatuno le dice que nosotros somos parte de su manada y que nunca haríamos daño a sus cachorros.  Más adelante tendremos que tomar decisiones que no nos gustarán, pero eso será más adelante.
     Anoche al bajar por las escalera hacia el patio, me cruzo con Carafinita, que sube hacia el comedor. Lleva en la boca un gatito, amarrado de la piel de la nuca -que es como transportan las mamás gatas a sus hijos-, le deja al lado del sofá y sale corriendo escaleras abajo.  Al momento vuelve con otro gato y así hasta que reúne a toda su camada ante nosotros. Entonces comienza a mallar y a frotar su lomo contra nuestras piernas , con el rabo hacia arriba como diciendo: "mirad qué gatos he tenido". 
    No hace falta que diga que se  nos caía la baba, ¡Qué animalito! Empezamos a decirle lo guapísimos que son sus gatitos y ella ,cada vez mas tiesa, nos transmitía, sin necesidad de palabras, su satisfacción. 
    Cuando termina este ballet gatuno, Carafinita ajena a las alergias -¡Qué va a saber un gato sobre alergias!- debe de considerar que, si hemos halagado tanto sus oídos, estaremos de acuerdo en que toda la familia gatuna se instale debajo del sofá. Desgraciadamente, no puede ser, así que decidimos ayudarla a trasladar a los gatitos a su casa-caja . También llevamos a Carafina, en brazos y sin dejar de acariciarla. Creo que lo ha entendido. 
    Dejamos pasar los días hasta que los gatos abran los ojos y empiecen a comer sin ayuda de su madre. Mientras tanto, disfrutamos observando a Carafina: ¡Cómo mima a los pequeños, cómo los lame y los amamanta, cómo los arropa y acaricia. Su vida es su camada. lo demás ha pasado a segundo plano. Nuestra gata inexperta se ha convertido en una madraza.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario