Corrían los años sesenta cuando, allá por el mes de octubre, se
repartían entre los escolares unas huchas con forma de cabeza de niño negro o
asiático para pedir dinero por las calles, las escaleras, los portales y
también entre los familiares, para la
obra misional.
¿Obra misional? Dicho así suena
muy serio -que lo es-, pero coloquialmente, es decir, en la calle se
conocía como el Domund. Claro que los escolares lo simplificábamos más cuando
emitíamos el que casi era un grito de guerra: “¡Para los negritos!”
El “Para los negritos” significaba que
existían unos seres de color negro, rojo, amarillo o cobrizo que eran más
pobres que las ratas, es decir, más pobres que nosotros y que teníamos la
obligación moral de mandarles dinero para que
los misioneros católicos reparasen sus necesidades terrenales y
espirituales.
Hasta aquí todo iba bien teniendo
en cuenta que, por esos años, no se conocía apenas la palabra racismo y que el
fin de la cuestación era enmendar un fallo del creador, ya que con tanto que
crear se le olvidó hacer a la gente igual y con las necesidades cubiertas. Pero
estábamos nosotros, caballeros medievales en pos de una buena causa,
enmendadores de entuertos que con la cabeza-hucha que te tocará salías a la
calle gritando a la vez que agitabas la cabeza para hacer sonar las monedas:
“¡Para los negritos! ¡Para los negritos!”.
Pasados los años, por octubre o noviembre siguen dando huchas a los
niños en los colegios religiosos, con el mismo fin. En estos tiempos que corren
se ha cambiado la hucha y el grito -ahora es un bote amarillo y el grito es
“¡Para el Domund! ¡Para el Domund!”.
Llevar la cabeza de un negro, un chino o un indio descalabrado estaría
fatal y vocear sus datos económicos peor aún. Además, ahora sabemos que hay muchos
negros, chinos o indios más ricos que nosotros y lo espiritual que más nos da.
Yo quiero
pensar que mis cuestaciones sirvieron para algo y aliviaron la situación de esa
gente y pienso que ahora deberían devolvernos la moneda y hacer algo parecido,
eso sí, cambiando el diseño de las huchas y el lema de la cuestación. ¡Para los blanquitos! |
¡Para los españolitos! |
¡Para los chorizitos! |
¡Para los banqueros! |
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