domingo, 20 de septiembre de 2015

Saborea cada nanosegundo

          Todos los miércoles a la vez que publico el Diario, os recuerdo y me recuerdo lo importante que es vivir cada segundo del día.   Pues bien, me quedo corto; debemos vivir cada nanosegundo intensamente, no debemos dejar ni uno sin saborear, pues no sabemos lo que nos depara el siguiente. 

  Os explico. Esta mañana he salido a pasear, hacía un día esplendido, disfrutaba del paseo dominical, las molestias musculares habían dejado de dar la lata y me sentía feliz.
   En menos de una hora había recorrido los seis kilómetros que separan mi casa de la plaza del Callao, he publicado una fotos en el face del amanecer en Madrid y me disponía a volver a casa, cuando una manguera traidora ha empapado la acera y allá que que te va servidor. Sin saber cómo, me encontraba boca arriba en la acera de la Gran Vía.
  Me he sentido impotente, sin poder moverme, aturdido por el golpe y observando como nadie acudía en mi ayuda. Me he sentido como deben sentirse los sin techo al ver pasar a los peatones  por las aceras ignorándolos.
   No puedo quitarme de la cabeza la mirada del conductor del camión de limpieza y la del operario de la manguera: me han mirado como si fuera un borracho tomando un baño. Una mirada de desprecio total.
  Poco a poco me he incorporado y me he ido directamente a urgencias, -sobre  urgencias ya os contaré algo otro día-, como decía, ante el dolor tan intenso y con la preocupación de tener una lesión en la columna, me he desplazado a que me hicieran algunas pruebas.
   Después de unas horas me han comunicado que solo es el golpe   y que durante una buena temporada sufriré muchos dolores.
  Ya en casa, me ha dado por pensar lo que podría haber cambiado mi vida, aplastamiento de vertebras, lesión medular o algo irreparable. 
   Ahora magullado, sin apenas poder moverme, os invito y me invito, a vivir el momento, a ser felices y no dejar pasar sin sentido ni un instante.


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