A lo largo de la vida hay momentos en los que debemos parar unos minutos para hacer un examen de conciencia, una reflexión sobre nuestros comportamientos, aptitudes, aciertos y errores.
De esta manera, podremos enderezar el rumbo y continuar la vida de una forma más acorde a nuestra conciencia y a la sociedad en la que vivimos.
De esta manera, podremos enderezar el rumbo y continuar la vida de una forma más acorde a nuestra conciencia y a la sociedad en la que vivimos.
Hasta hace poco este paso por el taller vital terminaba en un confesionario, en la consulta de un psicólogo, en el diván del psiquiatra o en el hombro de un amigo. Ahora se hace de rodillas ante el face para que tome nota y nos dé la absolución el gran padre Google.
Pues, ala, voy a ello y así descanso en paz:
Google, Dios mío, yo me acuso de:
- No seguir a diario "sálvame" y no tener opinión en las conversaciones de la escalera y el ascensor.
- Tener como super héroe al águila roja y al tío de la vara.
- No asistir a la santa visita dominical al centro comercial.
- Ir al cine y no comerme un cubo de palomitas y un litro o dos de caldo de cola.
- No levantarme a media película para ir al servicio y así no molesto al resto de espectadores.
- Mantener actitudes egoístas al apagar el móvil en teatros, cines, salas de conciertos y así privar a los que me rodean de las melodías y de la luz que emite el dispositivo, cuando me llaman.
- De no ser futbolero y de no ir a los bares a gritar los goles, rodeado de una masa desconocida de gente.
- Tener envidia de las personas que pasan los domingos con los cascos escuchando la transmisión de cualquier deporte.
- Ceder los asientos en los transportes, dejar el paso en las puertas y de no sentarme en suelo dentro de los vagones del metro.
- Estar a favor de las tareas del colegio aunque se frustren los niños.
- Criticar a nuestro sagrado presidente Rajoy por mantener un 24% de paro, bajar los salarios, tener a mucha gente viviendo de la caridad, salvar bancos y no personas, engañar a la gente y querer continuar otros cuatro años.
- Enervarme con los niños mal educados y sobre todo con los padres que los socializan y reparten.
- No aguantar a las femichistas (palabra acuñada ahora mismo y que proviene de la fusión de otras dos:feminista+machista). Esas que son feministas en los trabajos, con las amigas en los cafés, en el pilates, en la pelu... pero que vuelven a casa y tratan a su pareja como trataban los antiguos machistas a sus mujeres.
- No reconocer la labor de los políticos corruptos. Gracias a ellos, nos vemos obligados a bajar el peso y el colesterol, al tener que apretarnos tanto el cinturón.
- No dar el mérito debido a la gran labor efectuada por el ex ministro Wert, en el hundimiento del sistema educativo y de la cultura en general.
- Desear la unidad del país y privar al pueblo catalán de la bota del señor Mas y de ser mangoneados por los amigotes del sí.
- Soñar con que metan en la cárcel al bigotes, al albondiguilla, a la Mato y su marido, a la infanta y su pelotero, a los de los eres, al Rato -y no un rato, precisamente- y a todos los que de una forma o de otra, por acción u omisión han hundido en un pozo sin fondo a los de siempre.
En fin señor Google, este siervo de la red se arrepiente, confiesa y se acusa de poner buena cara a todo lo que hoy parece normal y en realidad me repatea, de todas la injusticias justas, de ver tanto borrego por las aceras, de escuchar a vendehumos de verborrea vacía y consentir y ser cómplice de tanta hipocresía y tanta mentira.
¡Mea culpa! ¡Mea culpa!
Google, Dios mío, yo me acuso de:
- No seguir a diario "sálvame" y no tener opinión en las conversaciones de la escalera y el ascensor.
- Tener como super héroe al águila roja y al tío de la vara.
- No asistir a la santa visita dominical al centro comercial.
- Ir al cine y no comerme un cubo de palomitas y un litro o dos de caldo de cola.
- No levantarme a media película para ir al servicio y así no molesto al resto de espectadores.
- Mantener actitudes egoístas al apagar el móvil en teatros, cines, salas de conciertos y así privar a los que me rodean de las melodías y de la luz que emite el dispositivo, cuando me llaman.
- De no ser futbolero y de no ir a los bares a gritar los goles, rodeado de una masa desconocida de gente.
- Tener envidia de las personas que pasan los domingos con los cascos escuchando la transmisión de cualquier deporte.
- Ceder los asientos en los transportes, dejar el paso en las puertas y de no sentarme en suelo dentro de los vagones del metro.
- Estar a favor de las tareas del colegio aunque se frustren los niños.
- Criticar a nuestro sagrado presidente Rajoy por mantener un 24% de paro, bajar los salarios, tener a mucha gente viviendo de la caridad, salvar bancos y no personas, engañar a la gente y querer continuar otros cuatro años.
- Enervarme con los niños mal educados y sobre todo con los padres que los socializan y reparten.
- No aguantar a las femichistas (palabra acuñada ahora mismo y que proviene de la fusión de otras dos:feminista+machista). Esas que son feministas en los trabajos, con las amigas en los cafés, en el pilates, en la pelu... pero que vuelven a casa y tratan a su pareja como trataban los antiguos machistas a sus mujeres.
- No reconocer la labor de los políticos corruptos. Gracias a ellos, nos vemos obligados a bajar el peso y el colesterol, al tener que apretarnos tanto el cinturón.
- No dar el mérito debido a la gran labor efectuada por el ex ministro Wert, en el hundimiento del sistema educativo y de la cultura en general.
- Desear la unidad del país y privar al pueblo catalán de la bota del señor Mas y de ser mangoneados por los amigotes del sí.
- Soñar con que metan en la cárcel al bigotes, al albondiguilla, a la Mato y su marido, a la infanta y su pelotero, a los de los eres, al Rato -y no un rato, precisamente- y a todos los que de una forma o de otra, por acción u omisión han hundido en un pozo sin fondo a los de siempre.
En fin señor Google, este siervo de la red se arrepiente, confiesa y se acusa de poner buena cara a todo lo que hoy parece normal y en realidad me repatea, de todas la injusticias justas, de ver tanto borrego por las aceras, de escuchar a vendehumos de verborrea vacía y consentir y ser cómplice de tanta hipocresía y tanta mentira.
¡Mea culpa! ¡Mea culpa!
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