jueves, 9 de noviembre de 2017

Leyendas y lugares. El atronador grito de Ferinto. El Hierro

Resultado de imagen de bimbache el grito  Cuenta la leyenda que cuando Jean de Bethencourt llegó a  El Hierro, vivía en la isla un bimbache llamado Ferinto, el cual se convirtió en el tormento de los conquistadores.
 Jamás los dejaba tranquilos y los hostigaba continuamente. Por mucho que los castellanos perseguían a Ferinto, el conocimiento del terreno  y su agilidad era tal que no lograban atraparle. 
   Hasta que un día el herreño fue traicionado por alguno de los suyos y los invasores rodearon su cueva, con la intención de prenderle. 
    Ferinto los oyó llegar y logró huir hasta el borde de un profundo barranco, cercano a Valverde.
    De poco le sirvió a Ferinto su huída, porque sus enemigos estrecharon aún mas el cerco, hasta que se vio totalmente perdido. Mientras que a sus espaldas estaban los castellanos, bajo sus pies se abría un profundo abismo. 
Resultado de imagen de bimbache el grito   Comprendió que una caída podría ocasionarle la muerte. A pesar de todo, reflexionó Ferinto, ¿qué es la vida, cuando se ha perdido la libertad? ¿Para qué sirven el aire que nos rodea, las aguas que los dioses destilan de los árboles sagrados o las montañas con sus misterios si todo eso es ultrajado, despreciado y deshonrado por gentes que vienen a tratarnos como esclavos?, ¿De qué sirve mi vida si mi voluntad se trunca a cada paso ? ¿No es mejor morir despeñado y convertir mi muerte en un acto liberal?
   Ferinto cogió aliento, flexionó sus poderosas piernas y salto... Superando cualquier expectativa, logró llegar al otro lado del cauce, poner sus pies en el lugar que hoy se conoce como El Salto del Guanche. 
   Sin embargo, de nada le sirvió. Allí también le esperaban los conquistadores con las armas prestas. La desesperación de ver su libertad perdida impulsó al bimbache a gritar.
Resultado de imagen de bimbache el grito   Lanzó un grito tan fiero, tan grande, tan alto que atravesó la isla, sobre pinares, barrancos y volcanes, hasta llegar a La Dehesa, en el otro extremo de El Hierro, donde su madre, al escuchar su potente voz, dijo con tristeza: ¡ Mi hijo ha sido vencido !

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