lunes, 16 de septiembre de 2013

Esta casa es una ruina.

     Ha tenido que retrasarse la sesión de control al gobierno debido a una gran gotera que mojaba la tribuna de la prensa y algunos escaños de PSOE e IU. Dicho así -o mejor, escuchado así-  lo primero que se me viene a la cabeza, es Bárcenas y después Rajoy. Pero no, no, tranquilos. Bárcenas está en la cárcel y el otro, si se salva, será por los pelos.
    No, no, esto es,  simplemente un problema de obras inacabadas, pero constituye un fiel reflejo de la situación del país. Hoy, aquí, en España, tenemos filtraciones por todos los lados: en la Casa Real, en el Gobierno, en el partido del gobierno, en el principal partido de la oposición, en los gobiernos autonómicos, en las diputaciones, en los ayuntamientos, en los bancos, en las antiguas cajas - hoy bancos también-, en los sindicatos, en las iglesias, hasta en las comunidades de vecinos hay goteras. Lo raro es que no nos ahoguemos con tanta agua. 
    La gran diferencia entre las goteras del Congreso y las del país, estriba en que las del Congreso, se localizaron de inmediato y también de inmediato se puso solución al problema. Las goteras del país llevan años, años y lo que te rondaré morena, medio localizadas, pero nadie se decide a aplicar una solución definitiva. El agua continúa entrando y con ella,  el deterioro de la democracia, la autoestima, la imagen exterior, la credibilidad política y la cohesión nacional.
     Espero que alguien con altura de miras tape de una vez por todas las grietas de este país. Caiga quien caiga y cueste lo que cueste.  Es una necesidad nacional y no podemos esperar indefinidamente, porque si no es así, llegará un día  en que las humedades habrán crecido tanto que ya no habrá solución. Y ese día ya no nos quedará dinero para comprar paraguas para todos.   

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