
El caso, Mariano, es que cuando haces intentos desesperados para humanizar tu imagen, la cagas. Lo que hoy llaman "el mensaje gestual" te traiciona y deja ver tu verdadero yo.
Todo empezó con los hilillos de plastelina en el fondo del mar, ¿te acuerdas, Mariano? Resulta que ni eran hilillos, ni tampoco plastelina. Era chapapote y maromas como la manga de un abrigo.
La cosa continuó, con los chuches de los niños, pero a la niña de Rajoy le aplicaste el IVA y le jodiste los chuches. Todavía te está buscando.

Para rematar la faena infantil, ha quedado comprobado cómo te delata tu lenguaje no verbal, ante el do de pecho de Marianito. Tu cara pasa de la sorpresa positiva. -qué niño más agudo y redicho-, a la de ¡Dios! ¡Trágame tierra! ¡El jodío niño! y sin más recursos tuviste que acudir al consabido collejazo, propio del padre desesperado e incapaz.

¿De qué te vale no acudir a los debates a cuatro, a tres o a dos?
¿Qué respeto te van a tener tus adversarios? ¿Cómo vas a negociar con la oposición? ¿Cómo quieres que no se te vaya la gente? Si, te has, ¡RETRATAO! ¡Mariano! El collejazo. ¡NO!
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