jueves, 10 de diciembre de 2015

De Baamonde a Sobrado dos Monjes en imagenes.

   De Baamonde a Sobrado Dos Monjes es una etapa elegida al azar para mostraros en imágenes lo que es una jornada cualquiera en el Camino de los Ruiz. 
   El descanso podemos decir que ha sido relativo, ya que si al largo recorrido del día anterior (41 km.) unimos las deficiencias del alojamiento y la  mala cena que nos ofrecieron, no podemos decir que hayamos dormido a pierna suelta, no. Hemos descansado simplemente.
  A las 5:30h., como clavos, ya estábamos en pie; y las 6h. intentando desayunar algo comestible en este lugar que llaman bar.








     Antes de las 6:15 h. la brisa de la mañana nos azota en la cara y nuestros pies nos llevan por una larga carretera paralela a las vías del tren y a un río, medio escondido entre una exuberante vegetación. 
    Después de dos km, y ya totalmente despiertos, giramos a la izquierda y aquí es donde comienza la verdadera la etapa de hoy.          No separan 42 km de nuestro destino y estamos con las ganas intactas y una moral a prueba de bombas. Los dolores, rozaduras, constipados y demás, en la mochila.












  Nos internamos en un bosque de cuento, todo lleno de líquenes, musgos, vallas de piedra y un camino serpenteante lleno de hojarasca y de misterio.
  En los primeros pasos de este enigmático camino nos topamos con una ermita preciosa, toda de granito, deseosa de caminantes curiosos que la admiren.    








Transcurridas tres horas desde la salida y después de embriagarnos de tanto verde por el bosque, se impone y se necesita una manzana y un trago de agua para recuperar energías.















    Una vez abandonado el bosque animado, donde hemos escuchado el paso de las alimañas, el crujir de los eucaliptos y el canto de los pájaros, comenzamos un sube y baja constante entre corredoiras, para terminar en un alto pelado de árboles y con un cielo amenazador. 








  Después de dos paradas técnicas para reponer energías y descansar un poco las piernas, nos encontramos a las 5 de la tarde a cinco kilómetros del destino. Esta hora se hace angustiosa: a los pies doloridos, cocidos de las botas, unimos el dolor de espalda y que la mente se descontrola y lo único que desea es llegar y llegar. 






















   A eso de las 6, por fin, llegamos al hotel de Sobrado, con el tiempo justo de coger la habitación, subir el equipaje y salir corriendo para visitar el Monasterio antes de su cierre.   




Después contemplar el Monasterio con las piernas tambaleantes, una ducha reparadora nos devuelve a la realidad. Estamos agotados, muertos de frío, debido a  la perdida de 3.600 calorías, y con unas ganas desaforadas de cenar. 



  Son las 8:30 y acabamos de devorar tres platos de sopa, dos chuletas de cerdo con abundante patatería y tarta de Santiago. No podemos más, el cuerpo pide una cama donde poder descansar en paz.
  Antes de las 9:30 estamos acostados, durmiendo o pensando en el siguiente día.
   
Fotografía: J Ruiz

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