No voy a entrar yo en si el acto de torear con un bebé en brazos es correcto o no, si el bebé ha sido puesto en peligro o si la becerrita en cuestión estaba en más peligro que el bebé. No entro al no tener el conocimiento y la experiencia suficiente para poder evaluarlo.
En lo que sí voy a entrar, es en la actuación de los Defensores del menor. No entiendo por qué estos señores, sean de donde sean, no aplican los mismos criterios para cualquier menor español, sea hijo de quien sea.
¿Qué diferencia hay entre la hija de Carolina Bescansa y la de Fran Rivera? Está claro ¿No? Una tiene un padre torero y la otra una madre diputada por Podemos.
¿Por qué no se actuó con la política como con el torero? ¿Cuál de las dos niñas corrió mas peligro?
¿Por qué no se actuó con la política como con el torero? ¿Cuál de las dos niñas corrió mas peligro?
Una estuvo en brazos de su padre delante de una vaquilla durante unos segundos; la otra estuvo en brazos de su madre delante de trescientos morlacos que fuman, tosen y vociferan, durante más de dos horas.
Una estuvo expuesta a unos pocos flash fotográficos desde lejos, la otra tuvo que aguantar una verdadera lluvia de flash a quema ropa y recién amamantada.
Una estaba en el campo respirando aire puro y la otra respiraba un aire viciado, con olor a chorizo.
Ante estas actuaciones y con dispares tratamientos de los diferentes Defensores del menor, yo pediría de una vez por tadas que unificaran criterios, que se pongan en el lugar del menor y no actúen condicionados por cuestiones ajenas a los niños que, al fin y al cabo, son ellos sus protegidos.
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