El conocimiento es la conformidad del intelecto.
Todas las religiones son obras humanas y, en el fondo, equivalentes; se elige entre ellas por razones de conveniencia personal o de circunstancias.
Quien habla de cosas que no le atañen, escucha lo que no le gusta.
Es hermoso lo que conviene a la inteligencia y es feo lo que la repugna. No es posible que Dios nos haya dado inteligencia y leyes que nos opongan a ella.
Las monedas son, pues, el signo propio de cualquier dinero cuyo valor suple ante quien conoce la paridad convenida, siendo un signo del exacto poder adquisitivo, del justo precio de todas las cosas y la medida para ello. Por esto se le considera equivalente a la riqueza, y lo más conveniente para ser adquirido y acumulado, y como tal potencialmente es cualquier cosa valiosa, siendo fácil de transferir.
Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza.
Cualquiera que se familiarice completamente con la anatomía y la fisiología humanas observará como se incrementa su fe en Dios.
Para adquirir su perfección, un individuo concreto necesita de la ayuda de otras gentes. Por eso el hombre es por naturaleza político. A veces, no sólo es necesario para la perfección humana, sino también para aspectos imprescindibles de la vida, condición que el hombre comparte con los animales.
En la naturaleza nada hay superfluo.
La filosofía no es más que el examen de los seres existentes y su consideración reflexiva como indicios que guían al conocimiento de su Hacedor, es decir, en cuanto que son cosas hechas. Y esto es así porque únicamente por el conocimiento del arte con que han sido hechos demuestran esos seres existentes la existencia del Hacedor, y cuanto más perfecto sea el conocimiento de ese su arte tanto más perfecto será el conocimiento que den del artífice.
Averroes (latinización del nombre árabe Abū l-Walīd Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd, أبو الوليد محمد بن أحمد بن محمد بن رشد; Córdoba, Al-Ándalus, 14 de abril de 1126–Marrakech, 10 de diciembre de 1198) fue un filósofo y médico andalusí, maestro de filosofía y leyes islámicas, matemáticas, astronomía y medicina.
Averroes proviene de una familia de estudiosos de derecho. Su abuelo fue cadí principal de Córdoba bajo el régimen de los almorávides y su padre mantuvo el mismo cargo hasta la llegada de la dinastía almohade en 1146. El propio Averroes fue nombrado cadí de Sevilla y sirvió en las cortes de Sevilla, Córdoba y Marruecos durante su carrera.
Además de elaborar una enciclopedia médica, escribió comentarios sobre la obra de Aristóteles; de ahí que fue conocido como «El Comentador». En su obra Refutación de la refutación (Tahafut al-tahafut) defiende la filosofía aristotélica frente a las afirmaciones de Al-Ghazali de que la filosofía estaría en contradicción con la religión y sería, por lo tanto una afrenta a las enseñanzas del Islam. Jacob Anatoli tradujo sus obras del árabe al hebreo durante el siglo XIII. Sus escritos influyeron en el pensamiento cristiano de la Edad Media y el Renacimiento.
A finales del siglo XII una ola de fanatismo integrista islámico invadió Al-Ándalus después de la conquista de los almohades, y Averroes fue desterrado y aislado en Lucena y Cabra, cerca deCórdoba, prohibiéndose sus obras. Meses antes de su muerte, sin embargo, fue reivindicado y llamado a la corte en Marruecos. Muchas de sus obras de lógica y metafísica se han perdido definitivamente como consecuencia de la censura. Gran parte de su obra sólo ha podido sobrevivir a través de traducciones en hebreo y latín, y no en su original árabe. Su principal discípulo fue Ibn Tumlus, quien le había sucedido como médico de cámara del quinto califa almohade Al-Nasir.
A finales del siglo XII una ola de fanatismo integrista islámico invadió Al-Ándalus después de la conquista de los almohades, y Averroes fue desterrado y aislado en Lucena y Cabra, cerca deCórdoba, prohibiéndose sus obras. Meses antes de su muerte, sin embargo, fue reivindicado y llamado a la corte en Marruecos. Muchas de sus obras de lógica y metafísica se han perdido definitivamente como consecuencia de la censura. Gran parte de su obra sólo ha podido sobrevivir a través de traducciones en hebreo y latín, y no en su original árabe. Su principal discípulo fue Ibn Tumlus, quien le había sucedido como médico de cámara del quinto califa almohade Al-Nasir.
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