Hoy 25 de agosto, como todos los 25 de agosto desde hace muchos años -y esperemos sea igual en los años venideros-, es el día grande de las ferias y fiestas de Orgaz.
Este señero día, dedicado al Cristo del Olvido, es el del recuerdo y el del reencuentro. En este día se siente la ausencia de los seres queridos, la falta irreparable de aquellos con los que se compartió la jornada en otros años y otros tiempos,
Días posiblemente más felices en los que el ruido de las alabardas, el tañido vibrante de las campanas, el baile emocionante de la bandera o, simplemente, el silbido de los cohetes subiendo hacia el cielo, nos calaron en el lo más profundo. No, ya no vemos aquellas caras conocidas, no saludamos a aquellos amigos, nuestros padres y madres no nos esperan en casa con la comida de fiesta. La vida nos ha apartado de ellos.
Pero, aunque no los veamos, el día 25 de agosto, año tras año, están presentes en el paseo de la plaza, junto al quiosco de la música o asistiendo atentos a la salida de la procesión. Alguno hay que se cuela por las rendijas para disfrutar de los últimos bailes de la bandera. Sí, allí están, aunque no podamos abrazarlos y haya que esperar todo un año para intuir su presencia mientras resuenan los acordes de un pasodoble. 
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