Ayer, cual fantasma de la ópera, se asomó por las pantallas de nuestras televisiones la incombustible Esperanza Aguirre.A mí se me ha atragantado la comida. ¡Por Dios! ¡Qué susto! A esta señora ya la había mandado a la memoria histórica, como protagonista principal de las más sonadas meteduras de pata, ya como Ministra, Presidenta de Comunidad, concejala o Presidenta del PP de Madrid.
Pero como el difunto Lázaro ha resucitado. ¿Dónde creéis que se ha producido tan asombroso milagro? ¿No lo imagináis?
¡En la Gran Vía madrileña! Sí, sí. ¿Que no lo creéis? Pues... tal cual.
Ha salido protestando por la medida de la alcadesa de Madrid de cortar al tráfico la mitad de la vía y dejarla para el uso y disfrute de los peatones durante las fiestas navideñas.
Qué pena que esta señora siga pensando que los ciudadanos madrileños somos tontos y provincianos, se olvida que ya muchos, y gracias a la política de su partido, viajan y hasta viven y trabajan en el extranjero. Se le ha pasado que existe internet, los ordenadores y que el método "Zancada" hace siglos que quedó obsoleto.
Pienso -y creo no estar muy descaminado- que lo que le duele a esta señora, es que ahora se le hace más difícil aparcar su propio coche, en plena Gran Vía para sacar dinero en un cajero automático. ¡Feliz Navidad, Esperanza!
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