domingo, 29 de enero de 2017

Barcelona- La Sagrada Familia desde lejos, reflejada, boca arriba y boca abajo.

 Es tal la grandiosidad del templo, que da un poco de respeto acercarte así por las buenas. Se necesita un ejercicio de preparación para poder aproximarse  con humildad a tal maravilla, de entrar en el templo ya no hablamos.
  Por todo esto, preferí disfrutar desde la distancia, contemplar su reflejo en el agua, para que sus destellos no me hiriera  la vista. Rodearla de puntilla en silencio y retirarme a digerir tanto arte y tanta belleza, preámbulo de lo que me espera en el umbral de la puerta de entrada en la próxima visita.












Fotografía: J Ruiz 

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