Es preciso que la filosofía sea un saber especial, de los primeros principios y de las primeras causas.
Es preciso preferir la soberanía de la ley a la de uno de los ciudadanos.
Las ciencias tienen las raíces amargas, pero muy dulces los frutos.
La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía.
La bestialidad es un mal menor que la perversidad, pero es más temible.
Si el espíritu es un atributo divino, una existencia conforme al espíritu será verdaderamente divina.
No todo término merece el nombre de fin, sino tan sólo el que es óptimo.
Los predicados del predicado se extienden también al sujeto.
Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni bebido.
Cuanto más nos inclina la naturaleza a los placeres, tanto más propensos somos a la licencia que a la decencia.
Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta.
No hay genio sin un gramo de locura.
Aristóteles fue discípulo de Platón y de otros pensadores (como Eudoxo) durante los veinte años que estuvo en la Academia de Atenas. Fue maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia. En la última etapa de su vida fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte.
Aristóteles ( Estagira, 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.) fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.
Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales solo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad de temas, entre ellos: lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología.1 Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que abordó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles, donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto.
Entre muchas otras contribuciones, Aristóteles formuló la teoría de la generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de categoría, sustancia, acto, potencia y primer motor inmóvil. Algunas de sus ideas, que fueron novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte del sentido común de muchas personas.
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