La otra tarde,.al llegar a la playa, comprobé con asombro cómo una gatita conejera, guapa y elegante intentaba pescar entre las piedras, sin querer mojarse los zapatos. Ni los zapatos delanteros, ni los traseros. ¡Será posible esta gatita presumida!
La llamé de lejos: ¡chito!, ¡chito!... y enseguida se acercó corriendo, esperando caricias y alimentos.
¡Dios, qué gatita más guapa!
¡Dios, qué gatita más guapa!
Fotografía: J Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario