Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarniciones. El plato principal nunca lo conocen.
La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha.
La técnica es el esfuerzo para ahorrar esfuerzo.
Que no sabemos lo que nos pasa: eso es lo que nos pasa.
Los hombres más capaces de pensar sobre el amor son los que menos lo han vivido; y los que lo han vivido suelen ser incapaces de meditar sobre él.
En la morfología del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada.
Es el porvenir quien debe imperar sobre el pretérito, y de él recibimos la orden para nuestra conducta frente a cuanto fue.
Es importante acentuar el papel que juegan sobre el amor la fisonomía y los gestos tales como un beso. Revelan el auténtico ser de la persona que amamos.
El pensamiento es la única cosa del Universo de la que no se puede negar su existencia: negar es pensar.
Ciencia es todo aquello sobre lo cual siempre cabe discusión.
En tanto que haya alguien que crea en una idea, la idea vive.
José Ortega y Gasset.
En el siglo XX Europa se debatía entre dos corrientes de pensamiento: el vitalismo y el historicismo. Desde el vitalismo se considera que la esencia de la realidad no se reduce a la razón pura, sino a un principio originario fundamental, que es la vida. El historicismo, surgido en Alemania, sostiene que la historia es el elemento más importante para los seres humanos, el devenir de las cosas referidas al ser individual o a la comunidad en general. El ser humano es historia, y se va constituyendo a lo largo del tiempo. Como consecuencia de estas tendencias surgieron en la filosofía orteguiana los conceptos de razón vital y razón histórica.
En España cobró especial importancia el krausismo, movimiento de renovación cultural promovido por Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza. A este le siguió la generación del 98, caracterizada por su preocupación por España. A este respecto, partían de una visión pesimista del presente español, provocada por su profunda crisis moral. De esta generación destaca un pensador original, asistemático y solitario, Miguel de Unamuno, que recoge en sus obras temas de Kierkegaard cuando este era prácticamente desconocido en Europa. Entre 1906 y 1912 mantuvo una amarga polémica con Ortega sobre el tema de la «europeización de España o la españolización de Europa», de la que se ha difundido sobre todo la lapidaria expresión unamuniana: «¡Que inventen ellos!», que Ortega percibía como una «desviación africanista del maestro y morabito salmantino».
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