
Cuenta la leyenda que el apóstol San Andrés se despertó triste una mañana. Su templo estaba en un lugar tan inhóspito que no atraía a los peregrinos, quienes preferían visitar la tumba del apóstol Santiago, en Compostela, antes que la suya. Conmovido, Dios le hizo una concesión: "Ve tranquilo, Andrés, pues no has de ser menos que Santiago. Desde hoy, prometo que nadie ha de entrar en el reino de los cielos sin antes haberte visitado. Y si no lo hiciera en vida, habrá de acudir de muerto convertidos en lagartos, sapos o culebras".
“A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo”.

Una vez allí hay que respetar varias tradiciones: la primera, comprar Sanandreses -figuritas de pan- . Están elaboradas con masa de pan, cocidas sin levadura, horneadas y pintadas a mano de vivos colores. Cada una tiene su función:
La Mano: para el amor las buenas compañías y la amistad
El Pez: para el trabajo y el sustento
La Barca: para los viajes, la casa y los negocios
El Santo: para la salud física y mental y la buena convivencia.
Luego, entrar en la ermita y rogar la bendición de San Andrés. Después, ir en busca de la fuente del Santo donde, dicen, hay que beber de los tres caños sin apoyar las manos en la pared de la fuente. Tras pedir los deseos se arroja al agua una miga de pan. Si flota, los deseos se harán realidad, pero si se hunde... ¡uf!… mejor no le digo lo que puede pasar si se hunde.

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