miércoles, 7 de febrero de 2018

Leyendas. Juan Palomo. Fuente la Lancha- Córdoba-

Resultado de imagen de imagen de juan palomo bandolero Corría el siglo XIX y la entrada de Napoleón en España levantó a muchos patriotas que iniciaron una soberbia resistencia al descomunal y bárbaro ejército de Francia.
  En Andalucía, a diferencia de otras regiones de nuestro país, surgió la mítica figura del bandolero héroe romántico y legendario, cautivador, que casi siempre tenía un origen familiar humilde y pobre, y gozaba de un carácter altruista y valeroso.
   Fue en Fuente la Lancha y más en concreto en La Casa Grande, donde se instaló un romántico rufián  que se la conocia por el nombre de Juan Palomo, aunque realmente su nombre era Diego Padilla.
 Juan Palomo  y su cuadrilla, Los Siete Niños de Écija,  convirtieron la Casa Grande en su fortaleza inexpugnable. Se trataba de un hermoso cortijo, que perteneció a los descendientes del Conde de Belalcázar y de Alfonso de Sotomayor. 
Resultado de imagen de imagen los siete niños de ecija  Desde allí dirigió sus escaramuzas contra las huestes de Napoleón durante la Guerra de la Independencia.  Según los lugareños, en sus cuadras depositaba las joyas y el dinero robado al enemigo. Sus numerosas habitaciones sirvieron como presidio para ilustres prisioneros, por los que los bandidos exigían cuantiosos rescates. E incluso existe la creencia de que desde el pozo parte un túnel subterráneo que comunica el cortijo con el río Guadamatilla, a través del cual escapaban los bandoleros cuando su refugio era asediado.  

Resultado de imagen de imagen de juan palomo bandolero  Todos hemos escuchado la expresión «soy Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como». Como saben, unas veces se utiliza de forma positiva, resaltando la autosuficiencia de ciertas personas, y otras en sentido despectivo, cuando alude a un egoísmo desmesurado.
  Varias fuentes aseguran que la expresión antes mencionada, «yo me lo guiso yo me lo como», estaría directamente relacionada con la extraordinaria capacidad de Juan Palomo para lograr abundantes recursos económicos a su banda, los que llegaría a compartir incluso con los vecinos más necesitados de los alrededores.
   Sin embargo, esta creencia es errónea, pues su verdadero origen se encuentra en una de las poesías burlescas que Francisco de Quevedo publicó en el siglo XVII. Concretamente su Letrilla Satírica III. En la misma, el archienemigo de nuestro querido Luis de Góngora cerraba cada estrofa sentenciando «Yo me soy el Rey Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como». A partir de ella, el pueblo prefirió sustituir a dicho monarca por un personaje más querido y cercano, popularizando así el nombre de este bandido de leyenda.

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