
Fue en Fuente la Lancha y más en concreto en La Casa Grande, donde se instaló un romántico rufián que se la conocia por el nombre de Juan Palomo, aunque realmente su nombre era Diego Padilla.
Juan Palomo y su cuadrilla, Los Siete Niños de Écija, convirtieron la Casa Grande en su fortaleza inexpugnable. Se trataba de un hermoso cortijo, que perteneció a los descendientes del Conde de Belalcázar y de Alfonso de Sotomayor.
Varias fuentes aseguran que la expresión antes mencionada, «yo me lo guiso yo me lo como», estaría directamente relacionada con la extraordinaria capacidad de Juan Palomo para lograr abundantes recursos económicos a su banda, los que llegaría a compartir incluso con los vecinos más necesitados de los alrededores.
Sin embargo, esta creencia es errónea, pues su verdadero origen se encuentra en una de las poesías burlescas que Francisco de Quevedo publicó en el siglo XVII. Concretamente su Letrilla Satírica III. En la misma, el archienemigo de nuestro querido Luis de Góngora cerraba cada estrofa sentenciando «Yo me soy el Rey Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como». A partir de ella, el pueblo prefirió sustituir a dicho monarca por un personaje más querido y cercano, popularizando así el nombre de este bandido de leyenda.
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