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La campana del Zar |
La Tsar Kolokol (la Campana del Zar, en ruso), con sus más de 200 toneladas, 6,14 m de alto y 6,6 m de diámetro, es en la actualidad la campana fundida en bronce más grande del mundo, y si se desea contemplar, hay que ir al recinto del Kremlin, en Moscú. No se encuentra en ninguna torre de una iglesia ortodoxa, esta a ras de suelo y, encima, rota.
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Al pie de la torre de Iván el Grande
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La historia se remonta al año 1600, cuando una primigenia Campana del Zar de unos 18.000 kilos se erige en el Kremlin, pero a mediados de siglo sufre un incendio y se rompe. La solución vino en 1655 cuando se decide, aprovechando los restos de la Tsar I, crear una nueva Tsar Kolokol, pero esta vez, a lo grande, que no se diga.
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La zarina Ana de Rusia
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De esta forma, se funde en bronce la Tsar II de 100.000 kilos y se cuelga, pero en 1701 otro incendio acaba con el campanario y con la campana.
La emperatriz Ana decide que la nueva campana pesaría 200.000 kilos.
En 1733, designó a los maestros fundidores rusos Motorin como los encargados de crear la campana.
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La campana en su fosa
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Se cavó una fosa donde hacer un molde con arcilla y que aguantase el bronce derretido -al cual se le había añadido 500 kg de plata y 72 de oro. A la primera no salió, pero sí a la segunda y el 1735 se daba como fundida, si bien, antes de enfriarse, se le añadieron ornamentos florales, estampas del zar Alexey y la emperatriz Ana y unas cuantas inscripciones. Sin embargo, en 1737, un pavoroso incendio que afectó el Kremlin, afectó a la estructura de madera que sostenía la Tsar III.
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El colosal badajo de la Tsar Kolokol |
Según la versión oficial, el calor del incendio calentó la campana, y los bomberos, al tirar agua para apagarlo provocaron un choque térmico que quebró la campana e hizo desprenderse un trozo de 11 toneladas. Sin embargo, investigaciones recientes apuntan a que fue un fallo en el proceso de enfriamiento el verdadero culpable de la rotura, y no tanto el incendio. Sea como sea, aquello ya no tenía arreglo y allí se quedó, en su fosa.
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Contrasta con la gente |
En 1812, Napoleón pretendió llevársela a Paris como botín de guerra, pero aquello no había quien lo moviera. No fue hasta el 1836 que un arquitecto francés, Auguste de Montferrand, pudo ponerla en su ubicación actual sobre un pedestal de piedra. El trozo desprendido se puso al pie a modo de puerta y allí permanece.
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