Son muchas y variadas las leyendas o milagros, que cada uno lo llame como quiera, que circulan sobre Isidro o San Isidro.
Los elementos comunes a todas es el campo, el agua, los animales y el amor que desprendía Isidro el labrador.
El pozo de San Isidro.
Cuenta la leyenda que mientras San Isidro se encontraba trabajando en el campo y Santa María de la Cabeza trajinaba en la casa, su hijo cayó accidentalmente en el interior de un profundo pozo.
Llamado con urgencia San Isidro, se encontró a su llegada a Santa María de la Cabeza desesperada y lamentándose por lo que había ocurrido.
Ambos se pusieron a rezar junto al pozo y pronto el nivel del agua comenzó a subir hasta que el niño salió a la superficie.
Este pozo es el que se puede ver si se visita el Museo de los Orígenes o Museo de San Isidro en la Plaza de San Andrés.
Llamado con urgencia San Isidro, se encontró a su llegada a Santa María de la Cabeza desesperada y lamentándose por lo que había ocurrido.
Ambos se pusieron a rezar junto al pozo y pronto el nivel del agua comenzó a subir hasta que el niño salió a la superficie.
Este pozo es el que se puede ver si se visita el Museo de los Orígenes o Museo de San Isidro en la Plaza de San Andrés.
Aparición de fuentes y manantiales
Cuenta la leyenda que un día que el santo estaba trabajando en el campo, recibió la visita de su señor, Iván de Vargas, quien le pidió un poco de agua para beber ya que era un día muy caluroso. El santo se dio cuenta entonces de que se le había terminado, así que cogió su cayado y golpeó el suelo diciendo: “Cuando Dios quería, aquí agua había”. En aquel mismo instante comenzó a brotar agua del suelo. Este punto es desde antaño una fuente cuya agua muchos creen que tiene propiedades curativas y donde la Emperatriz doña Isabel mandó levantar la ermita, en 1528.
Ayuda divina en el campo
Cuentan que mientras San Isidro oraba a Dios. Dos ángeles celestiales se encargaban de labrar la tierra con una yunta de bueyes.
El saco de grano misterioso
San Isidro como buen hombre de campo, tenia un gran amor por los animales y su relación con ellos, se plasma en otra leyenda, no podía ser de otra manera.
Un día que había nevado Isidro se dirigía al molino cargando sobre sus espaldas un pesado saco de grano. De camino sintió pena por un grupo de pájaros que, por culpa de la nieve, no eran capaces de encontrar su alimento en el suelo así que decidió compartir con ellos parte del cereal que cargaba. Cuando llegó a su destino descubrió con asombro que el saco estaba otra vez lleno.
Un día que había nevado Isidro se dirigía al molino cargando sobre sus espaldas un pesado saco de grano. De camino sintió pena por un grupo de pájaros que, por culpa de la nieve, no eran capaces de encontrar su alimento en el suelo así que decidió compartir con ellos parte del cereal que cargaba. Cuando llegó a su destino descubrió con asombro que el saco estaba otra vez lleno.
Comida infinita para los pobres. La olla de San Isidro
Narra la leyenda que el Santo organizaba de forma periódica comidas para los más necesitados de los contornos.
El caso es que en cierta ocasión, Isidro no contaba con alimento suficiente para tantos necesitados que acudieron a recibir su ayuda. Isidro comenzó a rezar a la vez que a repartir el alimento. El cazo entro en la olla una y otra vez hasta que el último de los asistentes quedó saciado. En ese preciso instante la olla quedó vacía.
El caso es que en cierta ocasión, Isidro no contaba con alimento suficiente para tantos necesitados que acudieron a recibir su ayuda. Isidro comenzó a rezar a la vez que a repartir el alimento. El cazo entro en la olla una y otra vez hasta que el último de los asistentes quedó saciado. En ese preciso instante la olla quedó vacía.
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