sábado, 12 de mayo de 2018

Tabernas de Madrid. Chocolatería de San Gines

    Dentro de esta sección de Tabernas de Madrid y en plenas fiestas de San Isidro, tengo que hacer un paréntesis para dejar espacio a uno de los locales más emblemáticos de la capital. La chocolatería de San Gines.



    En pleno centro de Madrid, entre Sol y el Palacio Real, es una de las  chocolaterías más antiguas de la capital. Fundada en 1894 fue conocida durante la Segunda República como “la escondida” por su particular ubicación en el pasadizo de San Ginés, un callejón apartado de todo el bullicio. A pesar de estar fuera de la vista de los viandantes, la chocolatería adquirió una fama sin precedentes. Pese a que hoy figura en todas las guías turísticas de la ciudad, en su momento fue un establecimiento que frecuentaba la bohemia y los eruditos de la literatura y las artes.

    En las primeras décadas del siglo XX recibió el sobrenombre el El Maxim´s golfo porque al cerrar todos los cafés de la Puerta del Sol era el único establecimiento abierto donde se podía tomar algo caliente y recién hecho. En esta chocolatería, Ramón María del Valle-Inclán situó la Buñolería Modernista, que aparece citada en Luces de Bohemia (1920) y Benito Pérez Galdós, aludió al Arco de San Ginés en la segunda serie de los Episodios nacionales (1875-1879).
   Su interior de madera y la tenue luz, recuerda que allí se han dado cita historias de clientes procedentes de todas las partes del mundo.
  El local abrió sus puertas para que fuera un mesón y una hospedería hasta que, cuatro años más tarde se dedicó a chocolatería, buñuelería. Tiene dos plantas. el salón principal y el piso bajo. al que llaman "el salón de tertulias".
   Hoy esta lleno de fotografías de clientes, visitantes famosos y personajes ilustres que han pasado por el local, prueba de que a la hora de tomar un chocolate con churros, no hay diferencias entre políticos, artistas, músicos o personas normales. 
    El producto más popular de San Gines  es el chocolate, que se puede comprar em paquetes para llevar. Se trata de un chocolate muy espeso y sabrosos, ideal para degustar con los otros productos de fama del local: los churros y las porras.
   Su apertura las 24 horas del día y los 365 días del año hace posible que en el local se reúnan muy diferentes personas, especialmente a desayunar o merendar, los momentos más reclamados por el público fiel para tomar un chocolate con churros. Eso no impide que el local esté animado a cualquier hora. Muestra de ello son los cerca de 4.000 churros diarios que producen en una jornada normal.


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