Cuenta la leyenda como una nave pirata se resguardó en la playa de Cala Galdana, donde termina el barranco de Algendar.
He aquí que uno de los piratas, el mas joven y bien parecido, quedo maravillado por el paraje y continuó caminando río arriba, maravillado con el paisaje. Casi sin darse cuenta, se perdió, y cuando volvió a la playa, el barco ya no estaba, por lo cual. aquel joven moro tuvo que quedarse en Menorca.
Pensó que por aquellos lugares se encontraría bien, era un lugar donde había fruta y agua y podía resistir bien hasta el paso de otro barco.
Siguió barranco arriba hasta llegar a los lugares de Algendar y alli encontró una cueva, como un túnel, bien tapado de zarzas, que tenía dos entradas, y pensó que se podría esconder allí dentro y que no lo encontrarían.
Siguió barranco arriba hasta llegar a los lugares de Algendar y alli encontró una cueva, como un túnel, bien tapado de zarzas, que tenía dos entradas, y pensó que se podría esconder allí dentro y que no lo encontrarían.
Mientras hubo fruta todo fue bien, pero al llegar el invierno, la cosa cambió, la faena de encontrar comida se puso difícil, y empezó a pasar hambre. Para no morir, pensó que tal vez podría robar algún animal a los lugareños. Un día faltaba una gallina en s’Aranjassa, otro día faltaba un conejo en Algendar, o un cordero, o un cabrito, incluso el gato de Es Canaló también desapareció. Nadie de aquellos lugares se explicaba cómo podían desaparecer sus animales. Una tarde, mientras elaboraban los productos de la matanza, los lugareños comentaron sobre todas las cosas referentes a la desaparición de los animales. Así fue como pensaron que había alguien que les robaba y quedaron de acuerdo para dar con el.
Así una noche de luna llena se pusieron en camino y se apostaron con la intención de descubrir al ladrón. Pasadas unas horas vieron como una sombra salía de la Penya Fosca (roca oscura). Los agricultores, ligeros salieron en su busca, pero llegados a un determinado lugar le perdieron de vista, era como si la tierra se lo hubiera tragado. La tarde siguiente lo volvieron a intentar, pero les pasó lo mismo, siempre le perdían de vista, sólo sabían que era moro y que tenía el pelo Revull (rizado).
Un día, sin embargo, escondidos más cerca de donde desaparecía, descubrieron su escondite, era una cueva en forma de túnel que tenía dos entradas bien tapadas de zarzas.
Prendieron fuego a una de las entradas y esperaron que saliera por la otra, y de esta forma fue como lo apresaron. De aquel moro, no sabemos nada más.
Pero lo que si sabemos es que desde ese día hicieron pasar el camino del barranco por la cueva y, desde entonces, se le dio el nombre del Pas de en Revull (el paso del rizado).
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