Teruel existe, ya lo creo que si, y no por sus torres o por la catedral, ni tan siquiera por los amantes. Teruel existe por su gente, esas gentes bulliciosas que llenan la plaza del Torico, que charlan despreocupadamente, ajenos al tiempo y al espacio, ajenos al resto que los ignora.
Teruel más que visitarla hay que vivirla, sin prisa pero sin pausan, con los ojos bien abiertos.
Teruel más que visitarla hay que vivirla, sin prisa pero sin pausan, con los ojos bien abiertos.
Fotografia: J Ruiz
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