Vivía Alí junto a su hija Aixa en el gran torreón que vigilaba el puente que cruzaba el arroyo que descendía desde los altos del sotillo.
Aixa, bella y joven, todos los días acudía, por la tarde, con sus cántaros a recoger el agua de una fuente cercana.
Al estar la fuente fuera de las murallas, un día la vio un capitán cristiano, de los que merodeaban por la zona, y se enamoró de ella. El capitán de nombre don Millán tampoco pasó inadvertido a los ojos de la bella Aixa, que también se enamoró.
Mientras tanto un joven criado del valí de la ciudad, se dedicaba a seguirla con la mirada, mientras que el caballero cristiano un día se acercó a la joven Aixa y la declaró su amor, consiguiendo de ella que además se hiciera cristiana, y acudiera a los ritos que los mozárabes de la ciudad celebraban en una iglesia llamada Santo Tomé, (hoy santuario de la Virgen de la Antigua) al otro lado de la ciudad.
Don Millán servia a las ordenes de don Alvar Fáñez de Minaya, que pretendía conquistar la ciudad de Wad-al-Hayara.
Consiguió Don Millán convencer a Aixa de que le diera una copia de las llaves de las puertas de la ciudad, impresas en cera.
![Resultado de imagen de leyenda de aixa](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/44/Salida_de_la_familia_de_Boabdil_de_la_Alhambra.jpg)
Una tarde que Aixa bajó a por agua y se encontró con don Millán, tras su habitual coloquio amoroso, la niña entregó al caballero las copias de las llaves de la ciudad. Como el criado del valí, también enamorado, la seguía a todas partes, vio con furia este encuentro, y no dudó en sacar una flecha de su carcaj, apuntarla en el arco y lanzarle un dardo al caballero, pero con tan mala suerte, que en ese instante Aixa se movió levemente y la flecha se clavó en su corazón, cayendo muerta. Asustado, el caballero echó a correr en su caballo, y el criado, con el alma rota, no dudó en ahorcarse allí mismo.
Alvar Fáñez ocupó la ciudad, y don Millán, roto de dolor, se fue para siempre.
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