El mártir espera la muerte; el fanático corre a buscarla.
El filósofo nunca ha matado a un sacerdote, mientras que el sacerdote sí ha matado a muchos filósofos
Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga.
No arrepentirse ni hacer reproches a los demás, son los pasos de la sabiduría.
Buscad la felicidad haciendo el bien, teniendo siempre presente que no hay más que una sola virtud: la justicia, y un solo deber: hacerse feliz.
Mis ideas son mis rameras.
Hay hombres que se creen sabios cuando su locura dormita.
El hombre sólo será libre cuando el último rey sea ahorcado con las tripas del último sacerdote.
Se me debe exigir que busque la verdad, pero no que la encuentre.
El agradecimiento es una carga, y todos tienden a librarse de ella.
Una idiotez común es creer que el que tiene más clientes es el más hábil.
Los médicos trabajan para conservarnos la salud, y los cocineros para destruirla, pero estos últimos están más seguros de lograr su intento.
Denis Didero nació en Langres, el 5 de octubre de 1713. Reconocido por su empuje intelectual y su erudición, por su espíritu crítico así como su excepcional genio, marcó hitos en la historia de cada uno de los campos en los que participó: sentó las bases del drama burgués en teatro, revolucionó la novela con Jacques le fataliste o La religiosa y el diálogo con La paradoja del comediante, y, por otra parte, creó la crítica a través de sus salones. En conjunto con Jean-Baptiste le Rond d’Alembert alentó, supervisó la redacción, editó y compiló una de las obras culturales más importantes de la centuria: la Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, obra magna compuesta por 72 000 artículos, de los cuales unos 6000 fueron aportados por el propio Diderot.
En filosofía, su obra solo en apariencia sería lateral, pues fue citado muy a menudo por Ernst Cassirer en un texto clave, La filosofía de la Ilustración, por su innovación en muchos campos; así sucede en la nueva ciencia de la vida que él presagia desde la mitad de su existencia. De hecho anuncia en su Pensées sur l'interprétation de la nature (1753), libro que se abre con esta ironía:
Joven toma y lee. Si puedes llegar hasta el final de esta obra, no te costará comprender otra mejor. Como me he propuesto no tanto instruirte como ejercitarte, poco me importa que admitas mis ideas o que las rechaces, con tal de que ocupen toda tu atención. Alguien más capacitado te enseñará a conocer las fuerzas de la naturaleza; me bastará con haber puesto las tuyas a prueba. Adiós.
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