Nada es más contrario a lo bello que lo repugnante, así como nada cae más por debajo de lo sublime que lo ridículo.
El suicidio no es abominable porque Dios lo prohíba; Dios lo prohíbe porque es abominable.
El Estado, al igual que el suelo sobre el que se halla situado, no es un patrimonio. Consiste en una sociedad de hombres sobre los cuales únicamente el Estado tiene derecho a mandar y disponer. Es un tronco que tiene sus propias raíces.
Lo sublime ha de ser siempre grande; lo bello puede ser también pequeño.
Todo nuestro conocimiento arranca del sentido, pasa al entendimiento y termina en la razón.
Pensamientos sin contenidos son vacíos; intuiciones sin conceptos son ciegas.
El sueño es un arte poético involuntario.
Cuando podía haber tomado esposa, no pude soportar a ninguna; y cuando pude soportar a alguna, ya no necesitaba a ninguna.
La conciencia es un instinto que nos lleva a juzgarnos a la luz de las leyes morales.
La riqueza, aun sin merecimientos, inspira reverencia hasta a gentes desinteresadas, porque acaso les sugiere la idea de los grandes proyectos que permite realizar.
Dame la materia y voy a construir un mundo fuera de él.
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