En ellas se me ha hecho la nariz casi la mitad más larga de lo que yo la tenía.
Victoria, ya he dicho que a las tres y juntos. Dios sabe las veras con las que le he pedido por la salud de mi hermano y el ningún deseo que tenía de poseer sus inmensos bienes. Su Divina Majestad ha querido que vaya a España; Él cuidará de nosotros y se
Dios sabe que no he deseado ni deseo nada de nadie, pero que quiero guardar lo que, por su infinita bondad, me ha dado y que nadie me lo inquiete ni me lo quite.
La lluvia no rompe los huesos.
Si muchos supieran lo poco que me divierto a veces en la caza, me compadecerían más de lo que podrían envidiarme esta inocente diversión.
Medinaceli, ya lo has visto, no he comido nada.
Mis vasallos son como los niños: lloran cuando se les lava.
Dicen que no son mis vasallos, sino de su General y del Papa, pues allá se los mando.
¿Qué dejo yo para que sienta morir, sino cuidados, penas y miseria? He hecho el papel de Rey, y se acabó para mí esta comedia.
¿Qué, creías que había yo de ser eterno? Es preciso paguemos todos el debido tributo al Creador.
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