lunes, 28 de diciembre de 2020

Secretos de Madrid. Historias y algo mas. Túnel de Bonaparte

 

El túnel de Bonaparte es un completo desconocido para el grueso de los madrileños, aunque fue construido hace más de dos siglos y destaca como uno de los grandes vestigios de la Guerra de Independencia en la capital. Diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva, fue concebido como una vía de escape desde el Palacio Real hacia la Casa de Campo.    

José I, hermano mayor de Napoleón, asumió el trono tras la abdicaciones de Bayona y siempre vivió atemorizado. Obsesionado con su seguridad, ordenó excavar esta galería para huir en caso de emergencia. Era habitual que José I, se retirara a hurtadillas al palacete de los Vargas, donde acabó asentándose. 

 Reformado en 1891, reabrió parcialmente durante la II República, tras confiscar el Estado a la Casa Real sus propiedades de la Casa de Campo y la zona del palacio, convirtiéndose en dos parques de uso público. Fue una segunda vida realmente efímera, pues pasada la Guerra Civil, cuando fue empleado como fuerte y depósito de munición republicano, cerró definitivamente.

   El Ayuntamiento de la capital y Patrimonio Nacional ultimaban la reapertura de este túnel de nuevo como paso peatonal entre los Jardines del Campo del Moro y Madrid Río.

   El túnel, con una longitud de 55 metros, conserva buena parte de su estructura original, si bien una parte cuenta con una apariencia completamente renovada y moderna. Así quedó tras las obras de soterramiento de la M-30, finalizadas en el año 2011, perfectamente dispuesto para una hipotética apertura. Este tramo, el más próximo a Madrid Río, es de titularidad municipal, mientras que el otro extremo, que abarca hasta los jardines del Moro, lo es de Patrimonio. 

Una valla en el interior del túnel actúa como una suerte de línea del tiempo entre el presente y los tiempos de Napoleón. En el extremo próximo a Madrid Río el pasadizo parece un búnker, con suelo y paredes de hormigón, una claraboya, escaleras y hasta un ascensor. Al otro, frente a los espectaculares Jardines del Moro, se encuentra lo que se conserva de la parte primigenia; con paredes de ladrillo visto, el suelo empedrado y sin otra luz que la que entra por el acceso cerrado. Este último tramo concentrará buena parte de las actuaciones, ya que se encuentra prácticamente virgen. Cuando abra, los madrileños y visitantes de la capital sortearán bajo tierra las carreteras que separan la Casa de Campo y el Palacio Real. 







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