Cuenta una leyenda que allá por el siglo XVIII, cuando el Retiro era propiedad de la corona. El rey Felipe V pasaba los días paseando por el parque, viendo crecer sus plantas, de un día para otro, de forma inesperada, sin encontrar explicación, ni el monarca, ni los propios jardineros.
Se extendio entre los jardineros el rumor de que existia un duende, que era el culpable de aparición de tanta belleza de repente.
Al parecer el duende durante la noche cambiaba todos los días las flores de lugar, para que los paseos del rey fueran siempre diferentes.
Cuando el parque se hizo público, muchas parejas de enamorados iban al Retiro y se popularizó el dicho de que quien consiguiera ver al duende, sería afortunado en el amor. Fue a partir de esto, cuando se le empieza a conocer como el duende del amor.
Ahora es más fácil encontrarlo gracias a una estatua que José Noja levantó en 1985. El duende espera a todo el mundo sentado sobre una de las antiguas oseras de la Casa de Fieras.
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