Los pavos de la Fuente del Berro se han convertido en animales confiados y hasta cariñosos. Les gusta pavonearse delante de las pavitas y también de los humanos para mostrar su bellaza.
Hoy podemos verlos y hasta acercarnos tanto en el interior del parque como en las calles aledañas.
Allá por los años 60 del siglo pasado, cuando el parque no era tan conocido y yo vestia pantalón corto, no era asi. Se les podía más oir que ver y siempre subidos en las ramas de los árboles. No deberían tener muy segura su integridad y ponian aire de por medio.
Para nosotros, niños, las visitas a la Fuente del Berro eran una aventura y los pavos, un exotismo como los que leiamos en las novelas de Emilio Salgari.
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