Muy cerca de la plaza de toros de Las Ventas, entre las calles Roma y Castelar se esconden los últimos supervivientes del conocido como "Madrid moderno". Son a penas una docena de chalés de dos plantas de ladrillo, con miradores sujetos con columnas de hierro.
El "Madrid Moderno" fue un proyecto utópico realizado en el extrarradio de Madrid, a finales del siglo XIX y principios del XX.
El empresario Santos Pinela y el arquitecto Julián Marín ofrecían casas modernistas, amplias, de dos pisos, sótano, jardín y patio, a precios económicos. Y en las que, además, había agua corriente, alcantarillado, gas y luz eléctrica . Hasta llegó a contar con una línea de tranvía "línea Goya-Madrid Moderno-Ventas" que recorría esta colonia modernista y la conectaba con el centro de la ciudad.
La idea era promover la integración social mediante viviendas baratas, pero siguiendo la concepción urbanística de Arturo Soria, en las que no faltase su jardín y su zona de esparcimiento.
Parece ser que su construcción se inició sin los permisos urbanísticos correspondientes, y que su desarrollo posterior estuvo supeditado a los azares de los gobiernos de turno (Partido Liberal o Conservador). Fue Francisco Navacerrada, un contratista, el que legalizó el proyecto y se hizo cargo de la finalización de las obras.
La colonia, desde luego, no dejó impasible a nadie y gozó de la consideración de barriada “linda e higiénica” o “el más europeo de todos los barrios madrileños”. Otros, por el contrario, atacaron la nueva colonia con críticas feroces, entre los que se encontraban intelectuales de prestigio como Azorín.
Por desgracia, apenas sobrevivió unas décadas. El crecimiento de la población y la presión inmobiliaria hizo que muchas de estas casas fueran derribadas para construir bloques de viviendas. Quedaron unos pocos chalés aislados entre las nuevas construcciones.
El resto de chalés están disgregados entre las dos calles antes mencionadas. Los hay muy restaurados aunque otros están a punto de hundirse. En todos ellos, destacan sus amplios miradores de madera, sus fachadas de ladrillo, sus forjados, los grandes ventanales y sus dos plantas con jardín. Los restos de esta pequeña ciudad son un tesoro escondido, un testigo mudo del estilo modernista, apenas conservado en Madrid, y el reducto de un proyecto utópico de urbanismo que, desgraciadamente, fracasó.
Fotografía: J Ruiz
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